La única cascada de Europa que cae al mar está en España y ahora es el mejor momento para ver este impresionante espectáculo

La única cascada de Europa que cae al mar está en España y ahora es el mejor momento para ver este impresionante espectáculo
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Hay ocasiones en que la naturaleza nos recuerda que no hay monumento, puente colgante ni fuente iluminada que iguale la majestuosidad de un paisaje tallado por siglos de viento, agua y roca. Algunas de estas maravillas, aunque menos conocidas que sus contrapartes urbanas, ofrecen espectáculos tan poderosos y memorables que parecen surgidos de un libro de ciencia ficción.

Precisamente en la agreste y bella costa gallega, donde las montañas se rinden ante el Atlántico y los días huelen a salitre y bosque húmedo, se encuentra uno de los rincones más sorprendentes de España: la Cascada del Ézaro. Ubicada en el municipio de Dumbría, en plena Costa da Morte, esta cascada no solo es un regalo para los sentidos, sino también un fenómeno geológico excepcional.

Lo que la hace verdaderamente única es que el río Jallas, tras serpentear entre montes graníticos, se precipita en una caída de más de 40 metros que desemboca directamente en el océano. Este espectáculo es aún más llamativo si consideramos que se trata de la única cascada de Europa continental que desemboca en el mar de forma natural.

La Cascada del Ézaro: un espectáculo natural donde el río se lanza al mar

Durante décadas, el caudal del río fue desviado para alimentar una central hidroeléctrica, y la cascada quedó reducida a un hilo de agua, con épocas en las que incluso desapareció completamente de la vista. No fue hasta 2011 que se recuperó el flujo regulado y comenzaron a programarse horarios de apertura de compuertas, devolviendo la grandiosidad a este enclave. Desde entonces, tanto visitantes locales como turistas internacionales se acercan para contemplar el rugido del agua al chocar contra la roca y sentir en la piel la bruma fresca que se forma en la base.

Visitar la Cascada del Ézaro es sumergirse en una experiencia inolvidable, donde la naturaleza es protagonista pero el entorno acompaña con armonía. Desde el aparcamiento, un cuidado paseo fluvial de pasarelas de madera guía al visitante entre vegetación atlántica hasta los pies de la cascada. La sensación al llegar es hipnótica: el estruendo del agua, el juego de luces naturales entre las rocas y el vapor suspendido en el aire crean una atmósfera difícil de describir.

Mirador del Ézaro
Mirador del Ézaro | Wikipedia

También es muy recomendable ir hasta el Mirador del Ézaro, al que se accede en coche, bicicleta o a pie. Desde sus alturas, la vista se abre majestuosa: el mar a lo lejos, el río serpenteando hacia su destino, las montañas envolviendo el paisaje como guardianas silenciosas.

En las noches de verano, la cascada se ilumina, ofreciendo una forma diferente de disfrutar el paisaje. Las luces realzan la caída del agua y crean un ambiente especial, ideal para un paseo tranquilo o una visita nocturna distinta, con el sonido del mar como telón de fondo.

Y para quienes buscan algo más que contemplación, también es posible alquilar un kayak o una tabla de paddle surf y remar hasta el mismo corazón del salto de agua para disfrutar de una perspectiva inolvidable desde el agua.

Cómo llegar a la Cascada del Ézaro

Llegar a este rincón del mundo es sencillo y merece cada kilómetro del trayecto. Desde Santiago de Compostela, la Cascada del Ézaro se encuentra a unos 100 kilómetros, aproximadamente hora y media en coche, una ruta que está bien señalizada y ofrece vistas que ya anticipan la belleza del destino final. El acceso al área de la cascada es gratuito y cuenta con zonas de aparcamiento para facilitar la visita.

Además, quienes se acerquen estos días se encontrarán con un aliciente extra: gracias a las intensas lluvias de las últimas semanas, el río Jallas baja con una potencia extraordinaria, y la cascada se muestra más imponente que nunca. El caudal se ha multiplicado, el estruendo se escucha a distancia, la bruma envuelve el entorno y la caída del agua parece aún más vertiginosa. Si hay un momento perfecto para visitar el Ézaro, es ahora.

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