La arquitectura de los hoteles está alcanzando límites grotescos a fin de atraer a los turistas. Lo último con lo que me he encontrado, incluso, roza el mal gusto. Es nada menos que un hotel con forma de sistema digestivo humano. Es decir, intestinos, comida digerida, aparato excretor... todo muy confortable y hospitalario.
El interior de las habitaciones mantienen la armonía estética del exterior, con paredes deformadas, bulbosas, como si realmente fueras un bolo alimenticio de color marrón (permitidme el eufemismo) alojado en el intestino grueso, a punto de ser excretado. Eso sí, las habitaciones cuentan con calefacción, camas dobles y baño. Y, según sus los responsables del hotel, suelen acoger a una pareja al mes, y generalmente de recién casados que llegan aquí para pasar su luna de miel. Hay gente para todo, pero espero que el olor de la habitación no esté en armonía con el resto del conjunto arquitectónico.
Vía | Yalosabes