A lo largo de las últimas dos semanas se ha propagado por internet a raíz de un artículo en el Washington Post el falso rumor de que los agentes de todos los puestos de control de inmigración de los aeropuertos norteamericanos que reciben viajeros del exterior estaban obligando a los mismos a entregar todos sus gadgets, como iPods, portátiles, teléfonos móviles... para así examinarlos y en ocasiones también copiar sus datos e incluso confiscarlos.
Y a pesar de que se trataron de casos extremos (siendo la mayor parte de las víctimas de origen o descendencia musulmana o del sudeste asiático) y no de ninguna práctica sistemática, el rumor se extendió como la pólvora, y llegando incluso hasta estas latitudes. Es más un bufete de abogados canadiense llegó a solicitar a todos sus abogados que viajasen al país vecino con sus portátiles en blanco para que los discos duros no portasen ningún tipo de datos.
Sin embargo, la propia TSA (Transportation Security Administration) ha salido al paso de este rumor, aclarando en su propio blog (sí, tiene un blog) que es una cuestión que incumbe a aduanas, en la que ellos nada tienen que ver. Y que si en alguno de sus puestos de control nos intentasen confiscar nuestros portátiles o hacerse con nuestras contraseñas deberíamos solicitar la prsencia de un supervisor inmediatamente.