España es un país que puede presumir de pueblos en donde la historia y la arquitectura se mezclan de una forma palpable, ofreciendo un patrimonio cultural de enorme riqueza que sorprende a todo aquel que lo explora.
Lo mejor es que no es necesario alejarse mucho de las principales ciudades para encontrar estos destinos con encanto. Muchos de estos pueblos, además, están bien conectados y ofrecen una experiencia completa que incluye naturaleza, tranquilidad y una deliciosa gastronomía sin renunciar a las comodidades modernas.
Un ejemplo perfecto es Pedraza, un pueblo medieval a menos de dos horas de Madrid, situado en la provincia de Segovia, Castilla y León. Con poco más de 300 habitantes, este pueblo invita a retroceder en el tiempo con sus calles empedradas, sus espectaculares edificios de piedra y su ambiente lleno de tradición.
Una entrada que abre paso al pasado
Lo primero que llama la atención en Pedraza es que el pueblo tiene una única entrada, llamada la Puerta de la Villa, situada en una puerta amurallada que data del siglo XVI y que exhibe el escudo de los Duques de Frías. Esta entrada monumental marca el inicio de una experiencia única, pues al atravesarla, los visitantes se encuentran con un escenario que ha sido meticulosamente preservado. En sus calles se percibe una ambiente muy apacible que transporta a épocas pasadas, cuando la villa era un punto de comercio y protección en la meseta castellana.
La arquitectura de Pedraza es otro de sus grandes atractivos. Aún se puede apreciar la solidez y elegancia de los edificios de piedra que se levantaron antiguamente, las fachadas con escudos de armas y los detalles en madera que decoran los balcones. Este tipo de arquitectura, típica de la Castilla medieval, sigue presente en cada rincón, gracias a un gran esfuerzo de conservación que ha permitido que se mantenga en muy buen estado.
Uno de los puntos arquitectónicos más importantes del pueblo es el Castillo de Pedraza, construido entre los siglos XIII y XV y situado en la parte más alta del pueblo. Además de su imponente estructura, alberga el Museo de Ignacio Zuloaga, el célebre pintor español que compró y restauró el castillo en el siglo XX. El museo contiene algunas de sus obras y piezas de arte de su colección personal, que incluyen obras de El Greco y otros grandes maestros.
Sin embargo su centro neurálgico es la Plaza Mayor, una de las más bonitas y antiguas de Castilla y León. Rodeada de portales y soportales de piedra, es el lugar ideal para detenerse y observar la belleza de la arquitectura castellana. Durante las celebraciones y eventos, como el famoso Concierto de las Velas en julio, la plaza se llena de luces y de una atmósfera mágica.
Por último, aunque resulta complicado encontrar abierta la Iglesia de San Juan Bautista fuera del horario de misas, es altamente recomendable acercarse para admirarla. Esta iglesia, originalmente románica y construida en el siglo XI, fue parcialmente reedificada durante la época barroca, de la cual aún conserva diversos elementos que enriquecen su singular arquitectura. Su combinación de estilos y su historia la convierten en un lugar de gran interés que merece ser visitado.
Gastronomía: el sabor de Castilla en cada bocado
En Pedraza, la experiencia no está completa sin probar la gastronomía local. Los restaurantes del pueblo, muchos de ellos ubicados en casas antiguas, ofrecen platos tradicionales preparados en hornos de leña. La especialidad es el lechazo asado, cordero lechal cocido lentamente y con una textura y sabor que conquistan hasta los paladares más exigentes. El lechazo se sirve acompañado de pan casero, vino de la región y un ambiente acogedor que invita a disfrutar de la comida sin prisas.
Además del lechazo, es recomendable probar las judías de la región, sopas castellanas, embutidos locales y dulces tradicionales como el ponche segoviano, los soplillos y las tejas de almendra. La oferta gastronómica de Pedraza es una deliciosa muestra de la cocina segoviana, perfecta para descubrir y disfrutar de los sabores de Castilla y León.