Este es el pueblo más inaccesible y encantador de Asturias: solo se puede llegar a pie o en funicular

Este es el pueblo más inaccesible y encantador de Asturias: solo se puede llegar a pie o en funicular
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Cualquier momento es ideal para escapar de la rutina y sumergirse en una ruta que nos reconecte con la naturaleza. En España, tenemos el privilegio de contar con vastos territorios cubiertos de verde y paisajes que parecen sacados de un cuento, como es el caso de. Ejemplo de ello es Asturias, un “paraíso natural” que ofrece montañas imponentes, valles profundos y ríos cristalinos, perfectos para un reseteo tanto físico como mental, en un entorno espectacular.

Y si hablamos de desconectar, Bulnes es uno de los mejores sitios para conseguirlo. Este pintoresco pueblo asturiano, oculto entre las montañas de los Picos de Europa, ha permanecido aislado durante siglos y conserva su esencia intacta, lejos del bullicio y las prisas de la vida moderna.

Este es un lugar único en muchos sentidos. Hasta la construcción del funicular en 2001, el pueblo era accesible únicamente a pie, lo que suponía un desafío para los habitantes que debían recorrer una distancia de unos 4 kilómetros hasta el pueblo más cercano para adquirir suministros o buscar atención médica. Hoy en día, sigue siendo un pueblo sin coches, lo que lo convierte en uno de los lugares más tranquilos y menos contaminados de España.

El pueblo sin coches que está lleno de encanto

Funicular De Bulnes
Imagen Robot8A, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

Bulnes está dividido en dos barrios, Bulnes de Arriba y Bulnes de Abajo, unidos por un pequeño camino que cruza el río. Este es uno de los pocos pueblos en España que ha mantenido intacta su esencia gracias a la ausencia de carreteras y coches, característica que lo ha convertido en un lugar tranquilo como pocos.

A pesar de que el funicular facilitó el acceso y que esta es toda una obra de ingeniería, pues atraviesa la montaña en un túnel inclinado, y es uno de los pocos en el mundo que opera casi en su totalidad bajo tierra, Bulnes sigue siendo un sitio cuyo aspecto se mantiene intacto, con construcciones de piedra y tejados de pizarra que mantienen el estilo arquitectónico tradicional.

Para quienes llegan en coche, el sitio más recomendable para dejarlo es en el aparcamiento en la entrada al funicular, junto al puente de Poncebos, aunque es recomendable llegar muy temprano en la mañana porque las plazas son limitadas.

Qué hacer en Bulnes

A pesar de su tamaño, Bulnes ofrece una variedad muy interesante de actividades, como subir al mirador del Naranjo de Bulnes, desde el cual se puede contemplar esta montaña emblemática en todo su esplendor. El camino hasta allí  es sencillo, con una caminata de unos 20 minutos desde el centro del pueblo. Las vistas de los Picos de Europa desde aquí son incomparables y el mirador es perfecto para sacar fotos de postal.

Otro lugar interesante es la Capilla Nuestra Señora de las Nieves, un pequeño templo restaurado que destaca entre los pocos edificios históricos de Bulnes. Su arquitectura es modesta, pero representa la herencia cultural y espiritual del pueblo, por lo que resulta una parada ideal para conectar con la historia local y disfrutar de un momento de tranquilidad en un entorno impresionante.

Por supuesto ese mismo entorno es una joya en bruto para los amantes del senderismo. Aquí encontrarán el punto de partida ideal para realizar la famosa Ruta del Cares, que va desde Poncebos hasta Caín, y que es conocida por sus desfiladeros, aguas cristalinas y paisajes montañosos. Aunque es una caminata más extensa, es una opción ideal para explorar la región a fondo.

Además, el Naranjo de Bulnes es uno de los picos más icónicos de España y es considerado un reto tanto para escaladores como para turistas, ya que fue escalado por primera vez en 1904 y se ha convertido en uno de los principales destinos de alpinismo en el país.

Por último, una visita a Bulnes no estaría completa sin disfrutar de la auténtica gastronomía asturiana. Allí se encuentran bares y restaurantes que sirven especialidades locales como el cabrito guisado, el pote asturiano y el famoso queso de Cabrales, que proviene de esta región. Saborear estos platos en una terraza al aire libre, rodeado de naturaleza, es una experiencia que convierte la visita en un recuerdo inolvidable.

Imagen de Carlos Urteaga Pintado en Pixabay

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