Scili (difícil de pronunciar incluso para los italianos) se pronuncia /ʃikli/- y es otro precioso pueblo barroco en la región de Ragusa declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Si una conduce desde Ragusa o Modica, Scicli aparece de repente al tomar una curva de las numerosas que existen en la carretera. Mágicamente aparece en sobre las rocas y protegida por el azul del Mediterráneo al fondo.
La ciudad, debido al terremoto que la destruyó por completo en 1693, va vestida con los trajes del siglo XVII y el barroco ofrece al viajero ese especie de sueño visionario y aires de aristocracia sin un duro en la cartera.
Al final de la calle principal encontraréis la oficina de turismo donde conviene agenciarse con un mapa del pueblo. Las calles son laberínticas y merece la pena perder el tiempo con fundamento y saber dónde se pisa y cuáles son las arterias principales.
Una opción para visitar la ciudad es el siguiente itinerario que os proponemos:
Se puede bien empezar una excursión por Scicli en la piazza Italia. Se trata del centro de la ciudad donde veréis a los locales pasear. La plaza está rodeada por bonitos edificios del siglo XVII con la iglesia Matrice dedicada a San Ignacio presidiendo la plaza. Al otro lado de la plaza tenéis el Palacio Fava con bellos balcones y unos querubines tallados en las columnas de su entrada.
Subid por la vía San Bartolomeo, justo siguiendo el curso del río, y llegareis a la iglesia de San Bartolomeo. Se trata del único edificio que sobrevivió al terremoto y su construcción data de principios del siglo XV. Ascended por las escaleras que os llevarán a la parte alta del pueblo y no perdáis detalle de los edificios adyacentes con sus bellas balconadas e imágenes esculpidas en las fachadas y las columnas.
Volved por Vía Nazionale y encontraréis el Palacio Beneventano, uno de los más característicos de Scicli, con uno de sus vértices colmado de esculturas labradas y espléndidos balcones. Al final de la valle vía Nazionale llegaréis al Ayuntamiento. De aquí dirigíos a la iglesia de San Juan y al palacio Spadaro. Si todavía no estáis harto de tanto barroco y tantas esculturas y detalles esculpidos en piedra Scicli todavía tiene muchas más sorpresas arquitectónicas esperándoos.
Entre parada y parada probad los deliciosos helados o los postres de ricotta o tiramisu que se hacen en la zona. Una auténtica delicia. O simplemente haced como los sicilianos, una paradita y un cafetito de vez en cuando. Total, sólo cuestan los 60 céntimos y la calidad del café es tremenda.
Especialmente al atardecer conviene subir a lo alto del peñón del pueblo donde encontrareis las ruinas del castillo y la incompleta iglesia de San Mateo. Desde aquí tenéis vistas espectaculares al bello pueblo de Scicli y al cañón de San Bartolomé.
Imagen | Flicrk fe_pop Más información | Scicli Wikipedia.it