Localizando vértices geodésicos para dibujar un mapa viajero diferente
Las razones que nos empujan a viajar pueden ser muy diversas, y todas ellas son lícitas. Desde la curiosidad por conocer otras culturas hasta el hambre por probar otras gastronomías. También es posible que busquemos lugares en un mapa y sintamos la necesidad de visitarlos, quizá porque están en un punto muy remoto, o en la zona más meridional de una península o cualquier otra curiosidad geográfica.
Pero una de las formas más singulares que conozco de viajar por el mundo consiste en hacerlo en virtud de los vértices geodésicos. Y, a medida que te topas con uno, ir punteándolos en tu mapa de viajes, trazando líneas, como si dibujaras un gráfico secreto acerca de tus pasos. Pero ¿qué es un vértice geodésico? ¿Por qué hay en cualquier punto del planeta?
Los vértices geodésicos son como una buena brújula, son como atalayas desde las cuales puedes ver las cosas con mayor perspectiva. Son como señales inequívocas que marcan el terreno. Sirven para muchas cosas. Por ejemplo, sirven para colocar sobre el cilindro el instrumental topográfico necesario a fin de efectuar ciertas mediciones.
Desde cada señal, además, se divisan siempre otros vértices geodésicos, razón por la cual están siempre situados en los lugares más altos, despejados y con amplias visiones paisajísticas. Lugares desde los que se pueden tomar las mejores fotografías.
Pero cuidado, hay muchos tipos de vértices. A veces, no son vistos con facilidad. Pueden ser esos pivotes de base cuadrada y terminación cilíndrica que encontré en el campo. Pero también la torre de una iglesia. De ellos, sólo se sabe con seguridad su latitud, su longitud y su altitud. Y que siempre están ahí, que son inmutables. Cubriendo todo el mundo. Punteándolo. Hoy en día, por ejemplo, los mapas se trazan en función de los datos que ofrecen los satélites y la fotografía aérea. Y con ellos se localizan los vértices geodésicos para disponer de puntos seguros en el trazado. Algo así como esos dibujos que surgen de la unión de un batiburrillo de puntos numerados. Los unes con una línea, siguiendo el orden establecido, y al final aparece de la nada una casa, un árbol o la Torre Eiffel.
Puedes acceder fácilmente a la base de datos de todos los vértices geodésicos que existen en el mundo. Pero yo nunca la he consultado. Prefiero encontrarlos fortuitamente, como quien se topa con un trébol de cuatros hojas. O un crepúsculo único e indescriptible. O un gnomo en el bosque. O un mapa del tesoro. En España, por ejemplo, hay unos 11.000 vértices que suelen estar formados por un pilar de 120 centímetros de altura y 30 de diámetro sustentado en una base cúbica de hormigón, todo ello pintado de blanco.
Y hablando de mapas: conozco a quienes se dibujan su propio Mapa Vital Geodésico. ¿Os suenan esos mapas murales en los que algunos clavan chinchetas a diestro y siniestro para consignar los lugares que han visitado? Pues bien, hay quienes hacen lo mismo con los vértices geodésicos. Cada vez que encuentran uno, lo fotografían y dibujan el punto correspondiente en el mapa a su localización geográfica. Y enlazan con una línea mi último punto con el recién descubierto, como en esos dibujos de los pasatiempos que he señalado anteriormente. Y así lo siguen haciendo hasta que aparezca la cara de un gato dibujada sobre el mapa, o la sonrisa de Cheshire. O, tal vez, un dibujo totalmente surrealista que podría usarse en un test de Roschard. O un simple garabato sin sentido alguno.
Según tu personalidad, tus preferencias y tus conocimientos, escoges viajar a un lugar u a otro. Por tanto, ese dibujo te definirá, de alguna manera. Ese dibujo cartografía tu forma de viajar.
Además, para llegar hasta el vértice será imprescindible que estudiemos el mapa para encontrar los mejores caminos, las menores pendientes o los posibles refugios en caso de que el tiempo se vuelva inclemente. Un reto para deportistas y senderistas o para los amantes de la naturaleza. Como cazar animales exóticos pero sin rebajar el índice catastral de la biodiversidad del lugar. Aún hoy se siguen instalando vértices geodésicos en lugares tan remotos que nadie de nosotros podrá verlos nunca. Como los diseminados en 2008 por Manuel Berrocoso, del Departamento de Matemáticas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Cádiz, que en su campaña antártica intenta determinar la deformación tectónica de las islas Shetland del Sur. Imaginad lo lejos que podéis llegar buscando vértices.
Y, además, los caza-vértices ya están tan organizados que en el servidor de fotos gratuito Flickr se cuelgan instantáneas de sus últimas capturas para descubrir quien posee más vértices disecados en la pared del salón.
Imágenes | Benchmark hunt | Wikipedia