Boeing le ha encargado a un grupo de diseñadores de BMW que crearan un interior de cabina para el lujoso jet 787.
Las directrices fueron que como inspiración pensaran en un cliente imaginario, un magnate ruso de alrededor de treinta y pico de años.
El resultado ha sido un prototipo al mejor estilo Bond. Tiene un bar, muchos sofás, camas dobles, baño y sala de reuniones.
Las paredes semi-translúcidas hacen que los espacios parezcan más amplios, así como algunas partes del suelo transparente le dan un toque muy moderno.
Por supuesto, tiene un sitio reservado para el coche (BMW, claro está) para cuando el viaje acaba por las nubes y continua sobre ruedas.
Lo que no queda claro es por qué una empresa americana encarga a una alemana un diseño para un cliente de nacionalidad rusa, ¿por qué ruso? Y qué tiene de ruso el estilo del jet. Nada.
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