Todo lo que deberías saber la próxima vez que mires el fascinante reloj astronómico de Praga

Todo lo que deberías saber la próxima vez que mires el fascinante reloj astronómico de Praga
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Hace poco tuve la ocasión de visitar Praga, de la que, a fin de evitar ciertos tópicos, traté de desmarcarme aludiendo a los rasgos más extraños o kafkianos que descubrí de la capital checa.

Uno de los tópicos con los que me encontré fue el reloj astronómico (Staroměstský orloj). El símbolo más representativo de la ciudad de las Cien Torres. El lugar más elevado de ese dédalo de calles angostas que es el barrio antiguo. En esta ocasión, sin embargo, el reloj merece la contemplación, e incluso la visita (si tenéis paciencia para hacer la sempiterna cola que hay para subir hasta su campanario). No es que merezca la pena esperar la hora en que tocan la hora en punto y salen los autómatas (eso es un bluf, como siempre), sino la historia y los detalles que hay en semejante reloj.

En aras de que en el próximo viaje a Praga podáis disfrutar de verdad de este reloj, quisiera contaros una serie de cosas que suelen pasar desapercibidas para el turista que llega, tira la foto y salta a otro enclave de la ciudad.

La azarosa construcción

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La construcción de este reloj astronómico fue cualquier cosa menos fácil. Se creó en 1410, y permite señalar el movimiento del sol a través de las constelaciones. En el siglo XVII se construyeron los autómatas que todo el mundo espera contemplar y fotografiar cuando toca la hora en punto: un judío moviendo una bolsa de dinero (la avaricia), un joven mirándose en el espejo (la vanidad), un turco moviendo la cabeza (la lujuria) y la muerte tirando de una cuerda y sosteniendo un reloj de arena (lo efímero de la vida).

La historia de su construcción fue tan larga y compleja que hasta se han generado leyendas sobre la misma, tal y como explica Antoni Escrig en su libro El reloj milagroso:

Cuenta la leyenda que el constructor de esta maravilla era Nicolás de Kadan. Considerado como el mejor relojero del mundo, dedicó cuerpo y alma para crear lo que sería su obra maestra, una máquina que provocaría la admiración y la envidia de todas las ciudades de postín. Pero el peligro llegó de la misma Praga. Los prohombres, deseosos que Nicolás no superase su obra maestra en beneficio de otra ciudad rival, lo dejaron ciego. Kadan, imposibilitado para reanudar su trabajo, se volvió loco y se suicidó arrojándose a los engranajes de su obra maestra. Este hecho trajo una maldición, de manera que todos los que intentan reparar el reloj de Nicolás enloquecen o mueren.

En muchas ocasiones, se han producido hechos luctuosos que casi acaban con el reloj para siempre. Por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundial recibió artillería nazi. Y hoy en día todavía no está a salvo: esta joya artística y tecnológica no dispone de suficientes fondos para preservarse como es debido, quedando a merced de la humedad, la contaminación, el vandalismo y las cacas de paloma.

El 75 por ciento de las piezas del reloj son originales. Ahora cuida del mecanismo del reloj astronómico el relojero- mecánico Otakar Zámecník. En los 600 años de la historia del reloj es la décimo sexta persona encargada de mantenerlo en marcha. Además, el reloj es el único del mundo capaz de medir la hora babilónica, que empieza el recuento de las horas en el amanecer, y está relacionada con los ritos mágicos. Pero no es la única hora que ofrece, también muestra tres tipos más:

  • Hora centroeuropea (antigua hora germánica): indicada con números romanos en el recinto de la esfera, la hora la marca la manilla solar.
  • Hora antigua checa: según esta hora el día empieza con la puesta del Sol. Está marcada con números góticos dorados ensortijados dentro de una esfera que se maneja desde dentro.
  • Hora astral: está representada por números romanos. En la parte baja de la fachada se halla una esfera con un calendario que muestra el día y su posición en la semana, en el mes y en el año.
  • Mejoras contemporáneas

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    El reloj fue un ejemplo extraordinario de progreso tecnológico, pero a día de hoy no puede competir con nuestros relojes más precisos. Por esa razón, al reloj de Praga se le han añadido algunas cosas (con todo, el mecanismo esencial del reloj no ha cambiado demasiado).

    Por ejemplo, se han añadido un cronómetro controlado por un péndulo de mercurio que compensa los errores originados por los cambios de temperatura.

    Estas variaciones que provocan la dilatación y contracción de la barra del péndulo son contrarrestadas gracias a unos cilindros parcialmente llenos de mercurio acoplados al mismo. Cuando la temperatura se incrementa, el mercurio aumenta también su volumen con lo que el centro de masas del péndulo se acerca a su punto de pivote, compensando el error provocado por la dilatación.

    Fotos | Maros M r a z (Maros) | James Grimmelmann (Flickr)

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