En Berlín habrá un Partenón construido con 100.000 libros censurados
La artista Marta Minujín levantó un Partenón en Buenos Aires, Argentina, con 20.000 libros que habían sido prohibidos o censurados a lo largo de la historia de la dictadura militar argentina. Era 1983.
Ahora, la misma artista aspira a levantar una escultura similar, una gigantesca crítica la censura, constituida por nada menos que 100.000 obras prohibidas a lo largo de toda la historia. Y una obra espectacular que podremos visitar durante 100 días.
Un edificio hecho literalmente de libros
La idea es que estos libros, procedentes de donaciones (abiertas a todo el mundo), sean libros prohibidos, ya sea en algún momento de la historia o la actualidad, en cualquier parte del mundo.
La lista de los libros prohibidos, pues, no es cerrada. El edificio no se inaugurará hasta el 10 de junio de 2017. A partir de ese día, permanecerá abierto al público durante 100 días. Transcurrido ese plazo de tiempo, correrá la misma suerte que su predecesora argentina: será demolida y se invitará al público a que pueda recoger sus restos.
La instalación de Minujín será construida como réplica del templo de la Acrópolis de Atenas, con sus mismas dimensiones (unos 30 x 70 metros). Cada ejemplar se colocará en una bolsa hermética y, en su conjunto, se colgarán de mallas que cubrirán la estructura tubular de la obra.
¿Dónde lo podremos ver?
El Partenón de Libros se ubicará en la plaza de Friedrichsplatz, en Berlín, en el mismo sitio en el que, el 19 de mayo de 1933, la Campaña en contra del espíritu no-germano dirigida por los nazis hizo arder en una pira unos 2.000 libros.
Durante un bombardeo aliado en 1941, el Fridericianum, utilizado como biblioteca en aquel tiempo, fue alcanzado por las llamas, que destruyeron más de 350.000 libros. Por eso, el lugar tiene un gran simbolismo para los libros que se quieren destruir, al estilo Fahrenheit 451.
El edificio elegido tiene forma de Partenón porque esta edificación es el símbolo por excelencia de la democracia en la antigua Grecia. «La democracia sin libros no es democracia», declaró Minijín en un comunicado.