“Es sólo una pieza de yeso”. Así, envuelta en un lienzo y junto a diversos objetos menores, salió de Egipto una de la obras maestras del arte antiguo: el busto de Nefertiti hacia su “hogar” en Berlín.
El 6 de diciembre de 1912, el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt halló la figura de Nefertiti entre las ruinas del taller del escultor real Tutmosis, supervisor de obras y escultor de la corte de Amarna. Enterrada en la arena con la cara hacia abajo. Al tomarla en sus manos, reconoció su valor único, su belleza y perfección.
La belleza de Nefertiti, esposa de Ajenatón había sobrevivido 3.000 años y seguía embrujando gracias al trabajo de artistas como Tutmose. Borchardt no lo dudó: la pieza debería estar en su país.
Cómo pudo salir de Egipto
Según un acuerdo de la época, Alemania y Egipto dividirían los hallazgos a mitades, previa inspección y selección de los funcionarios locales.
Los funcionarios de entonces evaluaban las piezas antes de su salida del país y se negociaban las que dberían quedar en Egipto y las que podían “migrar”. Cuando Borchardt negoció las piezas que pensaba llevarse a su país, les dijo a las autoridades egipcias que aquel busto era una “pieza de yeso sin valor“ y lo ocultó en una caja de madera.
Hace unos pocos meses, se hallaron unos documentos en Alemania donde figuran estas negociaciones entre Borchardt y un inspector de antigüedades egipcio para elaborar el inventario de lo que había encontrado el investigador germano.
Un timo.
El busto de Nefertiti y la Piedra de Rosetta, actualmente en el Museo Británico de Londres, son dos de las piezas principales que el gobierno de Egipto reclama a través de la mediación de la UNESCO.
Cómo es
Se trata de una pieza pequeña, de unos 50 centímetros de altura por unos 30 centímetros de diámetro superior en su corona.
El busto está realizado en piedra caliza y revestido por sucesivas capas de yeso de diferentes espesores y pintado con extractos naturales que han podido sobrevivir todos estos siglos.
Después de someter la figura a todo tipo de análisis, incluyendo escaners de alta definición, se ha descubierto que la capa exterior encierra una figura interna. Tal vez el “master project” sobre el cual el artista perfeccionó la estética.
La figura interna muestra pómulos menos prominentes, una ligera imperfección en el hueso de su nariz y un ángulo menor externo de sus ojos.
Se pensó pues que pudiera ser un molde en vacío de la propia reina y que el artista trató de disimular los pequeños “defectos humanos” de una de las mujeres más bellas de su época.
Jamás se encontraron otras partes de una supuesta estatua, por lo que se cree que la pieza estaría completa en si misma, salvo que se tratara de un modelo preliminar a una obra más amplia. Nunca lo sabremos. Tampoco su momia fue aún descubierta.
Como anécdota, les cuento un dato interesante. Ajenatón y Nefertiti tuvieron 3 hijas: Meritatón, Meketatón (quien fallecería prematuramente) y Anjesenpaatón quién se casaría más adelante con Tutankamón. Menuda familia de famosos.
En Berlín
La “pieza de yeso sin valor“ llegó a Berlín en 1913, pero fue exhibida por primera vez en 1924. Desde entonces, Nefertiti cautivó a Berlín.
Desde ese momento Egipto comenzó una larga batalla diplomática para su recuperación, que estuvo a punto de concluir con éxito en octubre de 1933. El mariscal Hermann Göring tuvo la iniciativa de devolverlo a su lugar original. Pero el entonces primer ministro de Prusia no contó con la opinión “del jefe“.
El nuevo canciller, Adolf Hitler, se negó rotundamente a devolver el busto. No sólo éso: la convirtió en la reina de Berlín. Fue instalada en el Neues Museum, un edificio creado por Friedrich August Stüler donde se iba acumulando la colección de arte egipcio.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Nefertiti y el resto del patrimonio egipcio en poder de Alemania que se guardaba en la Isla de los Museos fueron trasladados a un búnker.
En éso estuvo acertado, porque el Neues Museum fue destruido por los bombardeos casi hasta los cimientos.
El 6 de marzo de 1945, sólo unos días antes de la derrota, Hitler ordenó que los tesoros culturales de Berlín fueran trasladados a una mina en Turingia, lo que impidió que Nefertiti cayera en manos del Ejército Rojo.
A los pocos días, las tropas americana descubrieron el tesoro escondido y lo trasladaron a Fráncfort y posteriormente a un depósito en Wiesbaden, donde la reina egipcia permaneció hasta 1955.
Ese año, Nefertiti regresó a Berlín y fue exhibida en un museo ubicado en el barrio de Dahlen y allí estuvo hasta la apertura del nuevo Museo Egipcio en Charlottenburg en el lado occidental de la dividida Berlin. Era el año 1967.
Allí estuvo expuesta hasta hace unos días años, en que comenzó el operativo para su mudanza (¿definitiva?) hacia su “hogar en Berlín”, el Neues Museum (como contamos ayer).
Más info | Neues Museum Reconstruction
Más info | NY Times Slideshow sobre el Neues Museum
En Diario del Viajero | Berlín (I): la isla de los museos