En los últimos tiempos ha sido imposible eludir la cultura maya en la península de Yucatán, en especial durante el pasado mes de diciembre de 2012, cuando las teorías conspirativas que predecían el fin del mundo.
Hoy me gustaría que viajasemos hasta una de las ruinas más pequeñas y sin pretensiones de México, pero que poseen un encanto especial: las ruinas de Dzibilchaltún.
Situadas a unos dieciséis kilómetros al norte de Mérida, los investigadores especulan que este pequeño grupo de ruinas se asienta en este lugar por la proximidad a la región productora de sal de la costa.
Esa costa, que da la bienvenida a las olas del Golfo de México, es la sede de la playa de la ciudad de El Progreso. Esa costa es también, según cuentan, el lugar donde el meteorito que posiblemente acabó con los dinosaurios.
Dzibilchaltún fue ocupado por miles de años. La ciudad se expandió y se convirtió en una ciudad de tamaño medio. El Templo de las Siete Muñecas, que está lleno de piedras y cubierto por otro edificio de alrededor de 800 dc, es la estructura más famosa en las ruinas.
Si podéis visitar las ruinas en la época del equinocio de primavera, veréis un espectáculo particular cuando el sol atraviesa directamente a través de una ventana y sale por otro orificio del edificio cercano más pequeño.
Cercanos a las ruinas además podréis encontrar un cenote de aguas cristalinas que entre las frondosidad de la naturaleza y las ruinas otorgan un tinte mágico al lugar. El nombre del Cenote en cuestión se llama Xlakah.
Las pendientes pronunciadas y pequeñas ventanas de las estructuras de Dzibilchaltun hipnotizan a los visitantes. En el pasado habitaban en este lugar 40.000 habitantes lo que la convertían en una de las ciudades más grandes de Mesoamérica.
Con la entrada al sitio arqueológico está incluido el acceso al Museo del Pueblo Maya.
Imagen | Sophia En Diario del Viajero | Ruinas Mayas que no puedes perderte en Belice I