Si ahora mismo abro el cajón de mi escritorio puedo encontrar, de forma más o menos desordenada, objetos como un ticket de una tienda por la compra de un disco duro, cuatro bolígrafos, tres lápices, una caja de grapas, las instrucciones de una impresora de inyección a tinta, dos libretas con anillas y una libreta sin anillas, una calculadora, un armónica diatónica de veinte agujeros Holmer…
En definitiva, una colección de objetos cotidianos que, sin embargo, resultan significativos para mí, guardan tras de sí una historia que contar, una píldora biográfica que tragar. Son objetos que podrían exhibirse en un presunto viril del museo de mi vida. Una idea que parecen haberse tomado al pie de la letra los siguientes museos de objetos cotidianos que podemos encontrar repartidos por el mundo.
El museo de los objetos perdidos de París
El museo, que se encuentra en el 36 de la rue des Morillons, expone objetos descabalados (algunos con cierto valor histórico), como lo describe así Alberto Granados en su libro Historias imprescindibles para los amantes de los viajes:
Desde los más normales, como una pipa, unos patines para ir sobre hielo o una plancha, hasta otros más peculiares y algo más difíciles de perder, como una silla de ruedas, una prótesis articulada, una dentadura postiza, varios cráneos humanos, un vestido de novia, una urna funeraria con sus cenizas, un sable de la yakuza, una cabeza de obús, fotografías de famosos con sus autógrafos, un cuchillo de defensa de un policía neoyorquino… y la estrella del museo: tres fragmentos de piedra de las Torres Gemelas conservados en una bolsita de seda roja.
El museo de los inodoros de Nueva Delhi
El museo de los calcetines de Japón
Otros museos de lo cotidiano
Viva lo cotidiano. Incluso lo repugnantemente cotidiano. Por ello reservamos nuestra última visita al epítome de lo repugnantemente cotidiano: la cucaracha. Bienvenidos al Museo de las cucarachas de Texas, abierto por un experto en plagas llamado Michael Bohdan. Incluso dispone de la cucaracha más grande jamás encontrada en Texas, por que la Bohdan pagó la exorbitante suma de 10.000 dólares.
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