Hace unas semanas, tuve la ocasión de hacer una escapada a Altos Pirineos, en Francia. Nos dirigimos hasta allí en coche desde Barcelona (aunque salimos tan tarde de casa, y nos confundimos tantas veces de camino… entre otras cosas, el Col du Tourmalet estaba cerrado por deshielo y tuvimos que rodear por Lourdes para enfilar Luz-Saint-Sauveur) que se nos hizo de noche por el camino.
Ya os podéis imaginar que llegamos a nuestro alojamiento muy tarde, más allá de las 2 de la mañana. A unas horas tan intempestivas que difícilmente nos iban a dar cena.
Afortunadamente, nos alojamos en
La Grange au Bois, cuyo anfitrión, Yannick, veló por nosotros a través de la buena gastronomía, buena conversación y buenos consejos para visitar la la zona. Se encuentra junto a Luz, en las afueras de la población de Viella (no confundir con la Vielha española), en Rue de Barèges. En mitad de la naturaleza.
Como Yannick regresaba a su casa particular al caer la noche, nos había dejado las puertas del alojamiento abiertas. Además, no había nadie más. Teníamos todo el lugar para nosotros solos. La Grange au Bois está construida en una granja reconvertida, en mitad de la montaña, rodeados de densa vegetación. Pero lo mejor fue que, al llegar, Yannick nos había dejado sobre la mesa del comedor unas bandejas con las viandas que podéis contemplar en la foto. Por un instante nos sentimos como Hansel y Gretel llegando de madrugada a la casita de chocolate.
Trekking en el Circo de Gavarnie
Al día sigiente madrugamos para hacer trekking en el Circo de Gavarnie, con el firme propósito de
alcanzar la cascada más alta de Europa. Es un trayecto fácil, de apenas dos horas a buen ritmo. Además, junto a la cascada podéis encontrar un restaurante a fin de reponer fuerzas. A estas alturas del año, la cascada apenas tiene caudal, pero incluso así resulta impresionante:
no en vano tiene más de 400 metros de altura.
El Circo de Gavarnie forma parte del macizo de Monte Perdido, que fue declarado en 1997 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, haciendo frontera por España.
Su diámetro es de 6 kilómetros. Como un hemiciclo gigante para diputados pétreos. La pared alcanza 1.500 metros de altura desde el fondo del valle.
Por la tarde, tras regresar cansados y sucios de barro,
nos relajamos en Luzéa, un balneario en mitad de los Pirineos por el que, a través de sus amplios ventanales, tienes unas vistas propias de una fotografía de Instagram. Está a dos pasos del famoso Pont Napoléon, y a unos cuantos más de Luz. Allí lo probamos todo: jacuzzi, sauna, piscinas heladas, chorros a presión, cascada de hielo… y salimos como nuevos.
Aquí tenéis un vídeo-resumen de la jornada:
Yannick nos esperaba en el albergue con una estupenda cena regada con buen vino. Fue el colofón final para meternos en la cama a punto de caramelo.
Lago de postal
Al día siguiente, nos dirigimos a
Cauterets para alcanzar un lago de postal. Mientras subíamos por la zigzagueante carretera nos admiramos con la fuerza del agua, que sobre todo se hacía evidente en las cascadas del Lutour.
A 1.500 metros llegamos a Pont d´Espagne, donde estacionamos el vehículo. Mediante un telesilla, cubrimos unas horas de ascenso en pocos minutos, y desde allí iniciamos la ruta a pie hasta alcanzar el
lago Gaube, que es el que podéis apreciar en la foto. La ruta, gracias al telesilla, se cubre en apenas dos horas entre la ida y la vuelta (unos 5,2 km). El esfuerzo es mínimo si tenemos en cuenta lo que nos podemos encontrar a nivel paisajístico.
Aunque no se aprecia en la foto,
el lago tiene una superficie de 19 hectáreas, y está rodeado de cumbres que superan los 2.500 metros de altura. Sin duda un lugar idóneo para construirse una casa y volverse eremita.
Sin duda, volveremos:
Fotos | Sergio Parra
En Diario del viajero | Todas las cosas que me atreví a hacer en Altos Pirineos: blogtrip LourdesPyrenees