Vilnius, el casco antiguo barroco más grande de Europa, es por supuesto patrimonio de la humanidad por la Unesco. Uno no se cansa de merodear por sus callejuelas y admirar las iglesias barrocas que abundan en ellas así como el escenario de palacios y casas que acompañan armoniosamente a tan religiosa ciudad.
Extraña, exuberante, caótica, devota y alocada; Vilnius cuenta con la única estatua del mundo erigida a Frank Zappa y a la vez es peregrinaje obligado para católicos, en especial entre los polacos.
Desde lo alto del castillo se puede admirar gran parte del casco antiguo entre el frondoso bosque que lo protege.
La ciudad rebosa de comercios y hostales fáciles para el viajero, muy al contrario de lo que advierte la Lonely Planet del 2006. O mucho han cambiado las cosas en un año o realmente esta edición no es exactamente del 2006, al menos por lo que respecta al apartado Vilnius.
Una de las visitas obligadas en la ciudad es sin duda el museo de la KGB del que ya hablaremos más extensamente en otro artículo.
La iglesia de San Pedro y Pablo es una sorpresa algo alejada del centro. Con la excusa de bordear el río podéis hacer una visita a esta iglesia donde una legión de escultores italianos del XVII montaron una orgía barroca que os dejará sin aliento. Justo al lado tenéis un buen restaurante con terraza para amenizar la excursión.
The Old Town Hostel, a unos 200 metros de las puertas del ocaso y a pocos minutos de la estación de tren y autobuses, es un refugio económico y donde conoceréis otros viajeros.
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