Imagina la antigua Lutecia. Durante siglos el tráfico entre ambas orillas estaba limitado a frágiles pasarelas de madera que se destruían periódicamente. El Pont Neuf fue el primer puente de piedra que tuvo París.
Fue Enrique III quien decidió en 1577 que ya era hora de tener mayores comodidades. Como suele ocurrir en la historia, las guerras civiles retrasaron la inauguración hasta 1607, ya en tiempos de Enrique IV. Y la figura de este rey aparece en medio del puente entre dos contrafuertes a su paso por l'Île de la Cité. La estatua fue mandada a realizar por su viuda, María de Médicis luego que su marido fuera asesinado. Esa escultura original fue destruida durante los movimientos de 1789 y repuesta una copia de Lemot en 1817.
El Pont Neuf fue el primero en unir las dos riberas del río, incluyendo su paso por la isla. En su recorrido por ese sector hay una escalera por la que se llega a uno de esos rincones para descubrir y sacar buenas fotos: la placita Vert-Galant.
Este magnífico puente tiene una longitud de 232 metros, lo que lo convierte no sólo en el más antiguo sino también en el más largo de la ciudad. Cada tramo está compuesto por 5 y 7 arcos respectivamente, apoyados en gruesas pilastras y con una cornisa decorada mediante 385 mascarones tallados por Germain Pilon.
La anchura es de 20 metros, con balcones semicirculares sobre cada columna destinados a que los comerciantes pudieran exponer y vender sus mercancías. A veces servían también para acoger escenarios en los que se representaban espectáculos populares. Cuenta también con un espacio especial para los peatones, estas aceras fueron las primeras de París.
Está catalogado como Monumento Histórico junto con los otros dos puentes más añejos: el Pont Marie y el Pont Royal.
Foto | Stevehdc En Diario del Viajero | La cripta arqueológica de París