Las murallas venecianas de Bérgamo, Patrimonio de la Humanidad
Al llegar a Bérgamo, la parte alta de la ciudad destaca en lo alto de la colina, un pequeño tesoro enmarcado por las murallas del siglo XVI que lo rodean. Las murallas venecianas de Bérgamo son Patrimonio de la Humanidad y hoy nos animamos a recorrerlas para saborear algunas de las mejores vistas y paseos de la ciudad.
Desde 2017, la Lombardía en Italia cuenta con este nuevo Patrimonio de la UNESCO y lo logró gracias a una original campaña que supuso, además, un récord Guiness para Bérgamo.
El 3 de julio de 2016 unió a los bergamascos y mucha gente llegada de otros lugares en el abrazo en cadena más largo del mundo. ¿Dónde? Alrededor de las murallas, cómo no. Y es que 11.507 personas se unieron para pedir a la UNESCO que las Murallas Venecianas fueran Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Niños, adultos, personas de todas las edades se unieron en el relevo de abrazos más largo del mundo para demostrar su cariño hacia una obra maestra del arte y de la ingeniería construida hace 500 años.
Así, abrazándose entre ellos y abrazando las murallas, Bérgamo obtuvo el Guinness World Records, pero aún mejor, el reconocimiento y protección de las murallas como Patrimonio de la Humanidad un año después. El título lo obtuvo como "Obras de defensa veneciana de los siglos XVI y XVII", compartiéndolo con otras murallas de Italia, Croacia y Montenegro.
Bérgamo y Venecia: las murallas
La ciudad de Bérgamo perteneció a la República de Venecia desde 1428 hasta 1797, periodo de esplendor al cual corresponde la construcción de las murallas defensivas, a pesar de que algunos tramos de las murallas ya estaban presentes durante la época romana, también documentados en el siglo VIII.
Hoy quedan unos pocos rastros visibles de las murallas primigenias, pero al encontrarse en pésimas condiciones ya en el siglo XVI, fueron sustituidas casi por completo por la nueva obra.
Fue en 1561 cuando la República de Venecia decidió edificar una red de fortificaciones, para detener los ataques enemigos, una red que continúa por otras ciudades de Italia, Croacia y Montenegro. Afortunadamente las Murallas de Bérgamo nunca sufrieron algún asedio y así se han preservado casi intactas hasta el día de hoy.
Para construir las murallas se tuvieron que derribar más de 250 edificios, ocho de los cuales religiosos, como la Catedral de Sant’Alessandro y el convento dominicano de Santo Stefano, lo cual supuso varias excomuniones.
El símbolo de la ciudad de Venecia, el León de San Marcos, aparece en todas las ciudades que han formado parte de su territorio y así lo vemos en Bérgamo, donde, entre otros lugares, se colocó en las puertas de acceso a la ciudad que jalonaban las murallas. Y ahí luce majestuoso, especialmente en la Puerta de San Giacomo.
Pasear por las murallas de Bérgamo
Las paredes del bastión se extienden a lo largo de más de seis kilómetros, con una altura variable que alcanza los 20 metros en algunos puntos. Durante el fin de semana, el perímetro se convierte en una gran zona peatonal por la que pasear y obtener algunas de las mejores vistas de Bérgamo y los alrededores.
Las murallas venecianas están formadas por 14 baluartes, dos plataformas, 100 aberturas para los cañones, dos polvorines, un complicado entramado subterráneo de salidas, pasajes y galerías, así como de cuatro puertas.
Aunque el funicular es la manera más utilizada para llegar a la Città Alta, es posible subir por escalinatas y llegar junto a las murallas para introducirse en el casco antiguo a través de una de sus cuatro puertas monumentales.
Estas cuatro entradas fuero construidas en los cuatro puntos cardinales y tomaron el nombre de las iglesias que estaban presentes en dichos accesos:
- La entrada más suntuosa es la sur, también conocida como Porta di San Giacomo, con un puente de piedra que conduce a ella y que contrasta con la blancura brillante del mármol de la puerta, coronada por el León de San Marcos. La iglesia homónima que ocupaba el lugar fue derruida para la construcción de las murallas. Era la antigua entrada desde Milán. Se puede llegar a ella subiendo unas escalinatas junto al funicular en la Ciudad Baja.
La Porta Sant'Agostino toma el nombre del monasterio de San Agostino, que podemos ver junto a ella. Es la puerta este y a ella se llega por la carretera de subida desde la ciudad baja o desde las escalinatas que parten del Museo Ferrara.
La Porta San Lorenzo (o Garibaldi) es donde Giuseppe Garibaldi anexó Bergamo al Reino Piamontés, en la vertiente norte de las murallas. Es la más pequeña de las puertas de acceso de la muralla veneta a la parte alta de Bérgamo.
La Porta Sant'Alessandro, al oeste, toma el nombre de la basílica di Sant'Alessandro, destruida por la construcción de las murallas en 1561. Es similar a la Porta de San Agustino, pero más rústica. Se encuentra junto al funicular que lleva de la Ciudad Alta a San Vigilio (città piu alta).
Además de caminar sobre las murallas y junto a ellas, existen zonas habilitadas como mirador que incluyen sorpresas como las cañoneras de San Michele (una mezcla de lugar militar y espeleológico) y San Giovanni. Las cañoneras eran espacios utilizados para alojar los soldados y los cañones defendiendo las Murallas y hoy se pueden visitar.
En el bastión de San Giovanni, sobre la cañonera, hay un reloj de sol, bancos y césped que invitan a hacer una parada para disfrutar de las excelentes vistas del Bajo Bergamo y si el buen tiempo sonríe, seguro que disfrutarás del momento y el lugar.
En definitiva, las murallas vénetas tienen bien merecido su reconocimiento reciente como Patrimonio Mundial y si decides perderte paseando por ellas se dejan recorrer tranquilamente, a diferencia de algunos lugares del centro histórico con mucha mayor afluencia turística.
Las murallas venecianas de Bérgamo llevan más de cuatro siglos enmarcando la belleza de la Città Alta, siendo escenario histórico del trasiego desde los cuatro puntos cardinales, cerrándose durante siglos a las diez de la noche para la seguridad ciudadana. Hoy, mirador privilegiado, escenario de paseos y de inolvidables puestas de sol... No olvides la cámara.
Fotos | Eva Paris