Lucerna, una ciudad donde los graffitis merecerían ser expuestos en un museo
Lucerna es una de las ciudades más turísticas de Suiza. Lo cual no era de extrañar si uno dedicaba cinco minutos a contemplarla. No sólo está construida a orillas del deslumbrante lago de los Cuatro Cantones, justo cuando el lago se convierte en el río Reuss, y no sólo alrededor se recortan los inmensos montes nevados Pilato y Rigi (que el escritor Mark Twain escala en una de sus novelas), sino que pasear por Lucerna es como hacerlo por una galería de arte: aquí los lienzos han sido sustituidos por las fachadas de los edificios.
Y es que las acogedoras calles del casco antiguo de Lucerna son una exhibición continua de fachadas profusamente decoradas con arabescos y toda clase de adornos polícromos pintados. Es decir, como si estuvieras en un barrio obrero en el que hasta el último centímetro cuadrado de pared ha sido invadido por grafffitis de vándalos y pandilleros, bien que en Lucerna los grafitos poseen una historia y una calidad artística que no tienen nada que envidiar al Louvre.
Con razón, Alejandro Dumas dijo que Lucerna era la perla más bonita. Y los grafffitis añaden un plus de belleza al entorno. Historiando el paisaje, y haciendo de cada fachada un lugar único en el que pararse unos minutos a contemplar los detalles.
Lucerna también es un punto de referencia para los amantes de la televisión, pues aquí se celebra el festival de la Rose d´Or, que premia a los mejores programas emitidos durante el año. También se celebra aquí el carnaval más grande del país, tras el de Basilea: el Carnaval de Lucerna.
Finalmente, hay que encontrar un momento en tu visita a la ciudad para sentarse a la orilla del río y contemplar las montañas que custodiaban Lucerna. La más emblemática es el monte Pilato, llamado así porque la leyenda cuenta que en su cima reposaba el cuerpo y el alma de Poncio Pilato, que se encargaba de desatar una tormenta en cuanto alguien intentaba llegar a la cima. Algo que debía servir antes, pero no ahora que existían tantos funiculares y trenes cremallera.
De hecho, el tren cremallera que sube a sus 2.120 metros de altura es célebre por ser el más empinado del mundo. Casi parece que ascienda por una pared vertical, como un gusano o un cienpiés.
El otro monte es el Rigi, que como he dicho es famoso por haber aparecido en una obra del novelista estadounidense Mark Twain. Y es que Twain tenía especial relación con Lucerna, porque también se pronunció sobre otro aspecto de la ciudad: el famoso Löwendenkmal. Es decir, el Monumento del León.
Es un león moribundo esculpido en la roca, en forma de recuerdo por los 760 militares suizos muertos en París en 1792 defendiendo a Luis XVI y Maria Antonieta en la Revolución Francesa. Twain, al contemplar este león que parece brotar de la roca, dijo que jamás había visto un trozo de piedra más triste y conmovedora. Y, aunque no he visto todos los trozos de piedra del mundo, lo suscribo.
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