Auguste y Louis Lumière tienen un lugar destacado en la historia de las artes audiovisuales. Los inventores del cinematógrafo habían heredado el amor por las imágenes de su padre, fotógrafo profesional. Los hermanos Lumière crecieron en la ciudad de Lyon.
Desde 1892 los hermanos trabajaron juntos para conseguir captar imágenes en movimiento, y llegaron a patentar varios inventos que fueron escalonando sus pasos hacia el cine como hoy lo conocemos. A partir de un kinetoscopio que conocieron en un viaje a París, y sumando sus intentos anteriores, los Lumière llegaron a inventar un aparato que servía para proyectar imágenes en movimiento: el cinematógrafo.
En la ciudad de Lyon encontramos el Museo Lumière, una visita obligatoria para cualquier amante del "séptimo arte" de paso por esta ciudad francesa.
El museo se ubica en un magnífico edificio que fuera la casa de la familia Lumière, construida en 1900. Las tres plantas de este edificio noble (conocido en la ciudad como "Chateau Lumière") se exponen los inventos que sirvieron de precedente al primer cinematógrafo que patentaron en 1894.
Un verdadero espacio cultural dedicado al cine donde podremos ver carteles, maquetas, fotografías, proyectores y equipo cinematográfico de distintas épocas, objetos de culto para cualquier cinéfilo. Cuenta ademas con salas donde se proyectan películas y se presentan publicaciones sobre cine.
El Museo Lumière se encuentra,a demás, en pleno casco histórico de la ciudad de Lyon, que merece ser visitado con tiempo.
Imagen | Grégoire Menuel
En Diario del viajero | Escapada a Lyon en bus (II)