Omnipresente, y visible desde muchos puntos de la ciudad, la catedral anglicana de Liverpool es uno de los grandes atractivos turísticos de la ciudad británica. Diseñada por Giles Gilbert Scott, inició su construcción en 1.904 y finalizó en 1.978. Y hoy en día, es mucho más que una catedral.
Porque en su interior, encontrarás un bar para tomar algo rápido, y un restaurante en el que comer algo más elaborado que, eso sí, sólo tiene servicios de cómidas. Es verdaderamente curioso ver un restaurante moderno en el centro de una gigantesca catedral.
Estamos hablando de la catedral más grande del Reino Unido, y con los arcos góticos más altos y anchos. Es la quinta catedral más grande del mundo y el tercer edificio más alto de la ciudad. Por cierto, seguro que te quedarás prendado de su particular color: rojo. Fue construída con arenisca y los reflejos del sol en su fachada hacen un efecto precioso.
La visita a la catedral es gratuita, pero es altamente recomendable subir a la torre, algo que cuesta 5 libras. Si el día está despejado, podrás disfrutar de unas fantásticas vistas panorámicas desde una altura de 110 metros. Podrás subir en ascensor y después subiendo 108 escalones.
Y no te vayas de la catedral sin darte una vuelta por su parque y cementerio que le rodea. Es un cementerio pero en el que verás que se hace vida de parque: gente paseando, gente con sus perros, comiendo en los bancos... ¡Muy curioso!
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