Cinco cosas que no soporto de Londres (III): las escaleras como muerte

Cinco cosas que no soporto de Londres (III): las escaleras como muerte
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En la anterior entrega de esta serie de artículos sobre las cosas que no soporto de Londres (sólo son cinco, porque, por el resto, Londres es una maravilla) os hablaba sobre la sobrehumana velocidad que desarrollan las piernas de los londinenses, como si huyeran de la Parca, como si la vida fuera cortísima, como si siempre llegaran tarde, de forma anárquica, desordenada y tremendamente maleducada.

Pero esa característica en la locomoción humana de la ciudad adquiere tintes grotescos si nos pasamos al subsuelo. Si os atrevéis a tomar un metro en Londres, antes deberéis ser advertidos de dos cosas. La primera: el precio. La segunda: vuestra vida corre peligro.

Las carreras de escaleras

El suburbano de Londres es antiguo, gigantesco, tentacular, rápido, eficaz, histórico, sucio… y también es terriblemente cansado. En primer lugar, cada vez que decides tomar un metro, debes descender a tanta profundidad que uno, a veces, cree que se encontrará el centro de la Tierra, a lo Verne. Si algún día veis dinosaurios o un mundo primordial por las ventanillas el veloz metro, seguid a lo vuestro.

Ahora en serio: hay que bajar tantas escaleras, que la velocidad que desarrollan los londinenses cuando andan, en esta tesitura, es un factor de riesgo. De riesgo real. De heridas. De muerte. Eso es cuando tienes la suerte de que haya escaleras mecánicas en el metro, claro, porque hay estaciones donde sólo hay un ascensor en el que siempre hay cola para rato, o escaleras donde te advierten que estás a punto de enfrentarte de centenares de escalones.

Sé de alguien que no se fijó en este letrero, y a mitad de la escalada no sabía qué era mejor: si volver abajo y esperar al ascensor o seguir adelante. Por los pelos no decide quedarse donde estaba para siempre. Anécdota real como la vida misma.

Pero volvamos a las escaleras mecánicas. Consisten en tramos larguísimos. Una altura tal, atravesando una suerte de tubo intestinal, que, en fin, definitivamente uno entiende que el metro, en Londres, se llame Tube. Si pierdes el pie en una de estas escaleras, te espera una larga caída, rodando y rodando, como en una escena slapstick de El Correcaminos.

No me lo invento ni exagero ni un ápice. Además, la gente sigue con prisas aquí. No tienen suficiente con la velocidad que desarrolla la escalera mecánica, de modo que la mitad de los usuarios se pone a la izquierda, quieta, y la otra mitad empieza a subir los escalones a gran velocidad. Incluso las abuelas. Todos corriendo y rozándote al pasar. Tengo el hombro izquierdo ligeramente erosionado, como la nariz de una esfinge tras dos mil años de tormentas de arena.

cartel
De hecho, para que veáis que no estoy exagerando, en las paredes se pueden ver letreros que advierten de los riesgos de correr por las escaleras, y de algunas cifras de heridos. Ahí va, agarraos: desde enero de 2006 hasta marzo de 2011, en el metro de Londres se han producido 18.677 accidentes, con 188 muertes. Y gran parte de esos accidentes se producen en las escaleras.

El problema de los ingleses con la velocidad, en general, y con las escaleras, en particular, parece algo endémico. Según el Departamento de Comercio e Industria británico, en 2002 se produjeron, solo en el país, 306.166 accidentes por culpa de escaleras, tan graves que requirieron atención médica. Según los escalofriantes datos que aporta Bill Bryson en su libro En casa:

Todo el mundo tropieza por las escaleras en un momento u otro. Se ha calculado que existe la probabilidad de poner mal el pie en un peldaño una de cada 2.222 veces que utilizamos una escalera, de sufrir un accidente leve una de cada 63.000 veces, un accidente doloroso una de cada 734.000 y de necesitar atención hospitalaria una de cada 3.616.667 veces.
El 84 % de las personas que mueren como consecuencia de caídas en las escaleras de casa son mayores de sesenta y cinco años. Y no es tanto porque los ancianos no vayan con más cuidado cuando suben y bajan escaleras, como porque no se levantan bien después de la caída. Los niños, por suerte, rara vez mueren como consecuencia de caídas de escaleras, aunque las casas con niños pequeños son las que presentan porcentajes de lesiones más elevados, en parte porque utilizan mucho las escaleras y en parte debido a las cosas de todo tipo que los niños dejan en los peldaños. Los solteros presentan más probabilidades de caer que los casados, y las personas que en su día estuvieron casadas caen más que los integrantes de los dos grupos anteriores. La gente en buena forma cae más a menudo que la gente con mala condición física, en gran parte porque dan más saltos y no bajan con tanto cuidado ni realizando tantas pausas como los rechonchos o los enfermizos.

En la próxima entrega de este artículo os contaré mis impresiones con el precio desorbitado e irracional del metro de Londres.

Fotos | Wikipedia En Diario del viajero | 10 cosas que solo podemos hacer en Londres | Inamo: restaurante londinense con mesas interactivas

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