Ámsterdam creció como puerto y ciudad comercial, importante lugar de encuentro de mercaderes y productos venidos de todo el mundo.
Seguro que en este origen multicultural reside la convivencia actual de personas tan diversas y ese halo de libertad y tolerancia que se percibe en la capital holandesa. En el comercio poco importaban el color de piel o la religión profesada, antes bien se miraban cuestiones como la fiabilidad de las personas con las que se realizaba las transacciones o el precio y la calidad de las mercancías que ofrecían.
Hoy, la presencia de ciudadanos de más de 140 nacionalidades distintas fruto de esa secular tolerancia, confiere a la ciudad una tonalidad cosmopolita única.
Maravillosa mezcla de colores, indumentarias, música, idiomas y gastronomías que conviven en armonía dejando pasar la vida de todos como si fuera la propia.
Por eso también el visitante siente que forma parte de este abanico multicultural de Ámsterdam, incluso a pesar de no conocer el idioma holandés no tendremos problema en comunicarnos en inglés.
De todos es conocido que en Holanda la televisión emite las películas y series extranjeras en versión original subtitulada, tal vez por respeto a todos aquellos que no son de Holanda.
Otra enorme ventaja para todo aquel que pasa por Ámsterdam es la cantidad y variedad de bares y restaurantes que nos traen, con más menos acierto, las más distintas gastronomías. Pronto hablaremos de qué comer (y beber) en la ciudad.
También el lenguaje universal de la música incita al visitante a sentirse como en casa, y en cada esquina, en cada plaza, asoma algún músico o algún grupo dando vida a sus instrumentos y animando la ciudad que parece despertar de su habitual sosiego.
En Ámsterdam, igual encontramos una boda judía pasando en carro de caballos que una despedida de soltero en la que corre la cerveza a plena luz del día o una pareja gay mostrando su afecto en público sin que nadie se escandalice.
Tan variadas como las personas, culturas, razas y colores que conviven en Ámsterdam, son las facetas que nos ofrece la ciudad, según la hora del día o la noche, según el canal que sigamos, según la calle o el barrio que recorramos.
Por eso, una vez se conoce, se desea regresar a seguir descubriendo la ciudad, y se comienza a recomendar a todo el mundo que aún no la conoce, que se allegue a ella. Se sentirá casi como en casa, proceda de donde proceda.
En próximos escritos intentaré transmitir esta sensación y el disfrute que supuso pasear, visitar y descubrir muchos de los rincones de Ámsterdam.
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