Una mañana cualquiera, el viajante de comercio Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto, como si un científico loco lo hubiese rociado en rayos gamma. Ésta es una típica escena kafkiana, es decir, una escena que destila un surrealismo alienante y terrorífico. No en vano, lo que os he explicado es la sinopsis La metamorfosis, la obra más popular del escritor icónico de Praga, Franz Kafka. Praga, pues, además de ser una de las ciudades más bellas de Europa en el sentido más clásico de la palabra, es también un lugar repleto de detalles kafkianos, uno de los epónimos más usados en el mundo junto a dantesco o darwiniano.
Por otro lado, mi director de cine español predilecto es Luis García Berlanga, que a través del esperpento, la deformación grotesca de la realidad, entre veras y chanzas, describe la España más cutre. En casi todas las películas de Berlanga, además de larguísimos planos secuencia, se observa otro punto en común: como mínimo en una ocasión, algún personaje pronuncia la siguiente palabra: Austrohúngaro. Antes de que se formara la República Checa, cuya capital es Praga, ésta formaba parte del Imperio austrohúngaro. ¿Casualidad?
Sea como fuere, en mi primer viaje a Praga iba a dejarme llevar por esa coincidencia de términos, lo kafkiano y lo esperpéntico, y me preocuparía de buscar esos signos por encima de cualquier otra cosa. De hecho, siendo juntos, la razón de mi viaje a Praga tenía un origen surrealista, o singular, en cierto modo: los responsables de Travelzoo habían tenido la gentileza de invitarme a sus oficinas, y tras explicarme que su servicio ofrece ofertas de viajes difícilmente rebatibles, me desafiaron de esta guisa: si lograba encontrar una oferta para viajar en agosto que superara sus ofertas, me obsequiarían con un viaje a Praga.
La multinacional norteamericana, que cuenta con oficinas repartidas por quince países, ha abierto oficina en Barcelona, y se dedica a recoger las veinte mejores ofertas turísticas del mercado de forma semanal. Conmigo estaban otros bloggers que también aceptaron el desafío de Travelzoo y, tras abismarnos en la respectivas tablets que nos habían prestado, dedicamos media hora a escoger la mejor oferta avión + hotel para viajar en agosto a la capital de Cuba, La Habana. Nadie logró un precio más bajo que el ofertado por Travelzoo, pero el que más se acercó a él fui yo, y por eso acabé en Praga, chimpún. ¿Casualidad? No lo sé, en cualquier caso… austrohúngaro.
1. Bocata de aerolíneas
2. Aceras rotas
3. Lujo eslavo
El lujo eslavo es hiperbólico, desproporcionado, hortera, deudor de la premisa de que más es más, nunca menos. Como esas casas de nuevos ricos de polígono industrial que, para dejar patente los guarismos de la cuenta bancaria de sus dueños, exhiben toda clase de objetos descabalados, arrumbados como en una tienda. Cuanto más cosas se tengan acumuladas, mejor, aunque estén unas encimas de las otras y no guarden ninguna clase de armonía estética. Estos signos se aprecian en las clases más pudientes de Praga que se encuentran en los alrededores de la calle Pařížská. Mucha joya, mucho abrigo de pieles que semeja un animal muerto, mucha orfebrería, mucho restaurante de corbata y orquesta en vivo. Mucho rico de parque temático.
4. Limosneros clementes
Cuando vi la forma en que los mendigos piden en las calles de Praga recordé al instante una escena de Indiana Jones y La última cruzada: cuando Indy lee en el diario de su padre que “sólo el penitente pasará”. Entonces se arrodilla, rueda por el suelo como un Ninja y se salva por los pelos de que una guillotina móvil le siegue el cuello. Los mendigos de Praga, con independencia de su grado de necesidad, se hincan de rodillas, flexionan el cuello hasta que su frente roza el suelo, levantan los brazos por encima de la cabeza sujetando un taza y entonan cantos lastimeros. Es una forma tan exageradamente teatral de pedir dinero que uno no sabe si sentir conmiseración o ese rechazo que dedicamos al postureo. Más que pedir limosna, parece que rezan a un dios indolente, lo cual no deja de ser irónico en un país donde hay un alto porcentaje de ateos y agnósticos: en 2001, la Oficina Checa de Estadísticas proporcionó información del censo de los diez millones de habitantes de la República Checa. El 59% no tenía religión, el 32,2% era religioso y un 8,8% no respondió.
5. Gulash
6. El Cristo bebé
7. El Perribolso
8. Spanish Distorsion
9. Comunismo cool
10. Bebés sin cara
En la próxima entrega de este artículo, os revelo otras 10 cosas kafkianas y surrealistas que vi en Praga.
Fotos | Sergio Parra En Diario del viajero | 20 cosas kafkianas y surrealistas que vi en Praga (y II)