Paldiski es uno de esos lugares que recuerdan vivamente cómo era la vida al otro lado del telón de acero hasta su caída hace 20 años. Durante la época soviética, la ciudad se convirtió en la mayor base de submarinos nucleares de toda la Unión. Allí llegaron a trabajar hasta 16.000 personas. Toda la ciudad estaba rodeada de alambre de espino y el acceso a ella era restringido.
Hoy quedan en Paldiski poco más de 4.000 personas, muchos edificios militares en ruinas y un cierto aire de tristeza en sus cuadriculados bloques de hormigón. La construcción de un enorme puerto privado de mercancías (aprovechando los restos soviéticos) y los nuevos proyectos de energía eólica pretenden rejuvenecer la localidad.
Antes de adentrarnos en el núcleo urbano, podemos visitar la península de Pakri, que acoge el faro más alto de Estonia. Se llega hasta allí por una carretera que bordea un peligroso acantilado donde se producen constantes derrumbes. Este hecho atrae a muchos visitantes, y las autoridades se han visto forzadas a colocar señales que adviertan del derrumbe.
Una vez en el casco urbano, es el momento de pasear entre los bloques de apartamentos de la época soviética. Muchos han sido repintados en vivos colores para tratar de mitigar la sensación de tristeza y monotonía, pero la mayoría conservan el aburrido color del hormigón, recordando cómo era la vida en esas ciudades inertes de Europa del este donde cada calle y cada barrio eran exactamente iguales que las demás. No en vano, la ciudad ha sido escenario de rodaje películas ambeintadas en la antigua URSS.
Existen muchos edificios en ruinas, que dan fe de la decadencia de esta antigua base militar. En los alrededores de Paldiski hay restos de fábricas militares y barracones del ejército rojo. Sigue habiendo muchas instalaciones rodeadas de alambre de espino, actualmente ocupadas por el ejército estonio.
La ciudad cuenta con un único hotel (Valge Laev), cuyo restaurante tiene comida decente y barata, a pesar de los rudos modales de los camareros rusoparlantes. Aparte de eso, hay una pizzería, una taberna, un par de 'pubs', un supermercado y alguna pequeña tienda. Eso es todo.
Haciendo un poco de historia, el nombre original de Paldiski era Rågervik, en sueco. Toda esta zona estuvo poblada por suecos hasta que la dictadura soviética los expulsó tras la II Guerra Mundial. En el siglo XVIII los rusos construyeron un puerto que bautizaron como Baltiyskiy Port (puerto báltico), y de ahí, Paldiski. Tras la restauración de la independencia de Estonia, la ciudad perdió la mayor parte de sus habitantes y entró en decadencia hasta su reciente 'redescubrimiento'.
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Paldiski está a tan solo 50 kilómetros de Tallinn y no es difícil llegar en coche hasta allí. Además, existe conexión directa por ferrocarril con la capital de Estonia. Desde luego, hay destinos más bellos en este país báltico, pero hay pocos lugares tan originales.
Imágenes | Ignacio Munguía En Diario del Viajero | Conduciendo sobre el mar en Estonia