Si conoces bien Asturias seguro que ya sabes de qué pueblo estamos hablando, si no, es posible que te sorprendas de no haber caído antes. El jabón de tocador que lleva su nombre, no solo es uno de los más antiguos y famosos de España, también es ese que, al olerlo, a todos nos transporta a la infancia.
Se trata de Pravia, una parroquia situada a unos 38 km de Oviedo, que destaca por su patrimonio histórico y la belleza de su entorno. Y por supuesto también, por ser la protagonista de este curioso suceso.
Jabón Heno de Pravia: el aroma del campo
Corría el año 1903 cuando Salvador Echeandía Gal, empresario vasco y fundador de la Perfumería Gal, estaba de viaje por el Principado. Al pasar por Pravia, se quedó embriagado por el aroma que desprendía el heno recién cortado, y decidió elaborar un jabón inspirado en ese perfume que le acababa de conquistar.
Volvió a la droguería que regentaba en Madrid y estuvo haciendo pruebas en su laboratorio hasta crear la pastilla que hoy conocemos. En 1905 la puso a la venta: verde, como el heno fresco y envuelta en un papel amarillo, que es el color que adquiere cuando está seco.
Al poco tiempo Heno de Pravia se convirtió en el jabón más usado en los hogares españoles y, en la actualidad, sigue estando presente en la mayoría de las casas. Aunque no en todas saben que se están lavando las manos con un pedacito de Asturias.
Una villa asturiana llena de historia y encanto
Más allá de esta anécdota, Pravia es uno de los destinos de la zona central de Asturias que no te puedes perder. Fue la corte del rey Silo, en el año 775, y su pasado fascinante, nos atrapa en cada uno de sus rincones.
Pravia cuenta con un precioso Conjunto Histórico, declarado Bien de Interés Cultural, por el que es una delicia pasear. Calles empedradas, edificios antiguos con buhardillas y grandes ventanales, y una buena muestra de la arquitectura majestuosa de los siglos XVII y XVIII.
El broche de oro del recorrido lo pone el santuario Nuestra Señora del Valle, una pequeña capilla fundada en el siglo XII, que alberga una joya del renacimiento: el retablo e imagen de la Virgen con el niño, del escultor florentino Juan Bautista Portigiani.
Otro punto de interés es la antigua Azucarera de Pravia, un edificio industrial con poca suerte. Abrió sus puertas en 1901 y tuvo que cerrar en 1903, ya que el negocio de la remolacha no resultó ser tan rentable y sencillo como prometía. Más tarde perdió su chimenea por causa de un rayo, pero el ayuntamiento decidió restaurar el resto de la fábrica, para darle el aspecto que luce hoy.
Pravia: naturaleza, tradición y cocina exquisita
Los alrededores de Pravia son ideales para realizar rutas de senderismo, como la ruta de los marineros, llamada así porque era el camino que recorrían los habitantes de Cudillero, para ir a Pravia a vender pescado.
El curso del río Aranguín transita por bosques frondosos que ofrecen calma y unas vistas panorámicas espectaculares. También nos lleva hasta Molinos de la Veiga, uno de los pocos molinos de agua que quedan en activo, donde se continúa moliendo el grano con piedras, de más de 400 años de antigüedad. Se puede visitar avisando con antelación.
Y como caminar de hambre, nada mejor que terminar la excursión con unas buenas fabes de la granja, pescados de la zona, como el salmón o la trucha, y alguno de sus postres más populares: frixuelos, queso de afuega'l pitu o flan pepito, un dulce típico de Pravia que consiste en un bizcocho relleno con una crema de almendras y bañado en natillas. ¡A ver quién se resiste!
Portada | David Álvarez López - Flickr