Pampaneira llama nuestra atención desde el nombre. Esa musicalidad, ese tan-tan, ese redoble de tambor o repique de campanas nos gustan. Y cuando conocemos que Pampaneira se encuentra en una de las zonas más bonitas de España, la Alpujarra granadina, nos vemos obligados a hacerle una visita.
Sobre el barranco del valle de Poqueira, en la falda de Sierra Nevada, cuelgan tres pueblecitos: Pampaneira, Bubión y Capileira. Pampaneira es el primero, y en él nos decidimos a parar para perdernos por sus callejuelas. Como veis, en realidad, todos los pueblos de la región suenan bien, son topónimos mozárabes muy poéticos.
Pampaneira también es de origen mozárabe y su significado está relacionado con los “pámpanos”, sarmiento verdes, tiernos y delgados, o pimpollos de la vid. La población se encuentra a más de 1000 metros de altitud y en Sierra Nevada, por lo que sus inviernos son fríos y los veranos cálidos, aunque la cercanía del mar Mediterráneo suaviza las temperaturas.
Nos encontramos ante una magnífica muestra de la arquitectura popular alpujarreña, de raíces árabes: casas encaladas con pequeñas puertas y ventanas, balcones floridos y las curiosas chimeneas cilíndricas de cuatro ojos y sombrerete plano que se han convertido en un símbolo de la zona (y que recuerdo cada vez que abro la nevera gracias a un imán artesanal que las representa).
Alrededor de la plaza de la iglesia de Pampaneira encontramos varias fuentes, así como a las afueras del pueblo, desde el cual se pueden emprender diversas rutas a pie. El paisaje es perfecto para recorrerlo, si el tiempo acompaña.
El centro está bien surtido de comercios con los consabidos productos típicos al alcance del visitante (miel, jamón, embutidos, quesos, textiles…). Y sobre todo las coloridas jarapas o mantas alpujarreñas que adornan las fachadas de las tiendecillas.
Pero si nos alejamos podremos pasear por las inclinadas callejuelas de Pampaneira y llevarnos imágenes inolvidables.
Los estrechos pasadizos techados, las calles con su canalillo en el centro que baja rebosante de agua, otras callejuelas por las que hay que apartar las hojas de las plantas para atravesarlas, la calle Silencio que hace honor a su nombre, los lavaderos, las fachadas blancas salpicadas de hiedra y de geranios…
Después de todo ello, a la salida del pueblo, encontramos un monumento que nos tienta con un mensaje en azulejos: “Pampaneira, la Alpujarra. Viajero, quédate a vivir con nosotros”. Y nosotros nos despedimos pensando que estaría bien hacerle caso en alguna otra ocasión.
Fotos | Eva Paris en Diario del viajero
En Diario del viajero | Turismo Literario en La Alpujarra, La ruta medieval de la Alpujarra