La noticia es breve: hace menos de una semana, nacía en el Bioparc de Fuengirola (Málaga) una cría de talapoín norteño o Miopithecus ogouensis.
¿Y qué es?
Se trata de la especie de primates más pequeña de África. Bien, ¿y qué hace un monito minúsculo de Gabón naciendo en plena Costa del Sol?
Los padres de Okanda (que así se llama el pequeñín), forman una pareja de monos rescatada a una banda de traficantes de especies exóticas. Para peor, es una especie protegida y en peligro.
En Europa sólo existen 31 ejemplares de esta especie (ahora son 32) en diversos zoológicos y todos han sido rescatados de estas redes de tráfico.
Hasta aquí la noticia. Y ahora lo que me dió por pensar al escucharla hace un rato.
Por un lado, la utilidad de los zoológicos que han sabido reconvertir su acción y que hoy por hoy forman parte del sistema de protección de la fauna, y no sólo de la exhibición. No son todos, pero los que, como el "antiguo zoológico de Fuengirola", trabajan con las instituciones públicas para el cuidado de estos casos, merecen mi respeto ( y mi visita).
Por otro lado, pienso en la cantidad de animales (o peor aún: trozos o subproductos de animales) terminan siendo un recuerdo de viaje, un souvenir más.
No caigas en la tentación de traerte a casa un cuerno, una pezuña, un posavasos de concha de tortuga. Pasada la novedad, será un objeto más en tu casa. Pero no hay vuelta atrás para ese animal.
Dí NO a los souvenirs de viaje de este tipo.