Cuenca, entre ríos: dos paseos con las mejores vistas
El casco antiguo de Cuenca se alza en un imponente risco rodeado de las hoces del río Júcar y del Huécar. Esto le aporta a la ciudad una peculiar fisonomía, que ofrece deliciosas panorámicas que combinan con pintoresco equilibrio arquitectura y paisaje.
Hoy realizamos dos paseos con las mejores vistas de Cuenca y su entorno: la senda del hocino de Federico Muelas y la Senda del Agua encantada del Júcar. Dos recorridos que nos alejan (solo un poco) del casco antiguo, Patrimonio de la Humanidad, regalándonos una perspectiva diferente de la ciudad desde un agradable entorno natural que activa nuestros sentidos.
La senda del hocino de Federico Muelas
El recorrido por la senda del hocino de Federico Muelas se inauguró oficialmente en 2010. Tiene un trazado de cerca de tres kilómetros junto a la vertiente de la hoz del Huécar. Un precioso paseo junto al casco histórico que adquiere todo su esplendor en primavera, cuando el campo se llena de colorido de amapolas y el verde inunda el paisaje.
Podemos iniciar la ruta por el puente de San Pablo, justo al lado de las emblemáticas casas colgadas, e iniciar el ascenso por la senda desde aquí; o iniciar el paseo desde la zona alta de la ciudad, el Barrio del Castillo, que es como la realicé yo después de llegar a esa zona atravesando la ciudad.
En lo alto de la ciudad antes de iniciar la senda nos espera un estupendo mirador, y empezamos el descenso. El recorrido tiene un leve desnivel y es muy sencillo, aunque no es accesible para cochecitos o sillas de ruedas (hay tramos con escalinatas o muy estrechos), y eso sí, hay que llevar cuidado con la vegetación que sigue su propio camino, invadiendo el de la senda a menudo.
Pero vamos a explicar el nombre de esta ruta, "hocino de Federico Muelas", que puede sonar un tanto enigmático si no conocemos la historia. El "hocino" es el terreno que dejan las quebradas o angosturas de las montañas cerca de los ríos o arroyos, así como los pequeños huertos que se forman en dicho terreno. Hay varios de uso privado en esta zona, entre la hoz del río y las paredes de los cerros en los que se asienta el casco urbano.
Uno de ellos era propiedad de Federico Muelas, un poeta conquense, periodista, editorialista y guionista cinematográfico de la Generación del 36. En este recorrido, el autor que tantas veces cantó la belleza de Cuenca, se sitúa su huerto y una antigua casa, en la actualidad abandonada, en ruinas y junto al terreno ocupado por la maleza. Desde muchos ámbitos se reivindica la recuperación de este patrimonio, pero de momento no se está actuando.
Es maravilloso realizar esta parte del sendero fijándose en la naturaleza que nos envuelve, desde la multitud de mariposas en primavera a aves de pequeño tamaño.
Lo mejor de la senda del hocino de Federico Muelas: las vistas panorámicas de Cuenca frente a nosotros, con sus paredes verticales sosteniendo las casas colgadas, la curiosa arquitectura vertical o "los rascacielos" y el resto de edificaciones, así como la vista del Convento y el Puente de San Pablo o los restos de la estructura del antiguo acueducto que abastecía de agua a la ciudad.
Cuando nos acercamos al fotogénico Puente de San Pablo vemos la escultura del Pastor de la Huesas del Vasallo, premiada con Medalla de oro del Círculo de Bellas Artes en la Exposición Nacional de 1931, obra del famoso escultor conquense Marco Pérez. No podemos dejar de atravesar el puente y acercarnos al antiguo Convento de San Pablo, hoy Parador Nacional, con un bonito claustro y de nuevo vistas excelentes a Cuenca.
Terminamos de nuevo con unas palabras del autor que da nombre a este sendero y que describe muy bien el recorrido por la hoz del Huécar:
La senda del Agua Encantada del Júcar
Desde el Barrio del Castillo que da nombre a la ciudad de Cuenca (el topónimo deriva del árabe "Qūnkatu", la alcazaba, situada donde hoy se levantan los restos del castillo) podemos iniciar nuestra siguiente ruta: la Senda del Agua Encantada de Cuenca.
Al principio de la ruta se encuentran la Ermita de la Virgen de las Angustias (siglo XVII, patrona de la diócesis y de gran devoción popular), a la que se llega por una increíble escalinata labrada en la roca y el Convento de los franciscanos descalzos (siglo XVI, en la misma bajada de las Angustias).
Seguimos descendiendo a través de una senda muy fácil que transcurre bordeando la hoz del rio Júcar, con vistas impresionantes del cañón, con rocas de formas increíbles que hacen volar nuestra imaginación, con algunas paredes aprovechadas para la escalada, otras "decoradas" con curiosos grafittis.
Seguimos descendiendo salvando todo el desnivel y abajo, la pista junto al río es frecuentada por familias, deportistas, paseantes, pescadores... y es que se trata de un lugar muy agradable cuando el clima acompaña.
El final del camino nos devuelve a la ciudad por la Puerta de San Juan, dejando atrás el río por unas anchas escaleras empedradas. Nos ha fascinado abstraernos del bullicio del centro turístico de Cuenca, a veces abarrotado.
En total, si unimos estos dos paseos junto a los dos ríos de Cuenca, el recorrido puede prolongarse a unos 7 kilómetros. Ahora solo nos queda decidir dónde paramos a descansar y hacer un picnic con las mejores vistas a la ciudad y a la naturaleza conquense. Lo de parar a hacer fotografías a cada paso está asegurado.
Y también podemos pensar en reponer fuerzas con la gastronomía típica en alguno de los establecimientos de la ciudad... pero eso ya es otra (deliciosa) historia.
Fotos | Eva Paris
En Diario del viajero | El centro neurálgico de la vieja Cuenca: su plaza mayor, El museo pequeño más bello del mundo cumple 50 años, Cuenca: cinco espacios culturales a visitar