Dentro de las opciones más usuales para salir de vacaciones está el tradicional viaje en coche. En estas épocas, miles y miles de familias se lanzan a la carretera con la mira puesta en el destino donde descansar de la rutina del año.
Mirando las recomendaciones que nos dan los entendidos en tráfico, recordaba el primer viaje largo en coche que realicé en familia, una vez establecida en Málaga. Decidimos llevar a la familia a Asturias. Para lo cual debimos cruzar España en coche.
El coche
Se hizo una revisión especial para que estuviera en condiciones para salir a la ruta, en época de calores y largos trayectos.
Como nuestro plan era parar en un camping, despejamos el maletero para que entrara todo el equipo ad hoc.
Además, previmos llevar una pequeña nevera a bordo con bebidas y algo de comida para ahorrar gastos durante el viaje y tener algo para “picar”.
La ruta
Más de mil kilómetros nos esperaban. Una familia con dos niñas pequeñas a bordo de un coche en pleno verano. Ufff !
Preparamos nuestro “equipo de navegación“ (entonces llevábamos aún los mapas y la guía impresa) y nos largamos a la ruta. Hoy tal vez llevaría un GPS o, incluso, echaría mano de las herramientas de la web con un smartphone.
Como no tememos a las distancias y conducimos los dos por turnos, decidimos hacer el viaje en una sola etapa. Gran error.
Después de salir de Andalucía por el paso de Despeñaperros, nos enfrentamos a la planicie castellana a mitad de mañana (como de costumbre, salimos casi al amanecer con las niñas durmiendo detrás). El sol ya pegaba de justicia y las rectas castellanas nos recordaron a los caminos pampeanos, aburridamente rectos.
Ya empezábamos a plantearnos una parada por el camino. Tal vez en Toledo o un poco más allá y llegar a Ávila. Pero no, no queríamos salirnos de lo planificado.
Rodeamos Madrid por la M50, más alejada de la capital y con menor tráfico. Tomamos la dirección oeste para salir a la A6, Autovía del Noroeste. A nuestro paso por Collado Villaba, dudamos en parar allí, pero no. Seguimos adelante.
El camino estaba en perfectas condiciones, íbamos haciendo paradas regulares para descansar, estirar las piernas y comer algo. Además las niñas iban tranquilas a pesar del calor gracias a los juegos que nos íbamos inventando (cada vez con menos imaginación y más esfuerzo a medida que los kilómetros se acumulaban).
El tema de mantener a los niños entretenidos es muy importante. La convivencia familiar se pone a prueba en un par de metros cuadrados, a más de 100 kilómetros por hora y con 30 grados de temperatura. Mejor llevar libros, DVD portátiles, consolas de juegos o peluches para no llegar al enfrentamiento total entre los 4 integrantes del equipo.
El destino
La llegada a Asturias nos hizo entrar a un paisaje verde y fresco que tanto necesitábamos. El camino a través de los Picos de Europa es una maravilla, aunque ya lleves horas de manejo encima y sólo quieras bajar y ducharte.
Y una vez en el lugar de destino, Salinas, nos tocó armar la tienda de campaña… Uffff ! Sin embargo lo que a priori nos abrumaba, terminó siendo una anécdota más del viaje. Cada integrante de la familia aportando lo suyo y aprovechando las muchas horas de luz para armar nuestro alojamiento para los próximos días.
Desde allí recorrimos mucho de lo que ofrece Asturias: el Cabo de Peñas, los lagos Enol y Ercina en los Picos de Europa un poco más arriba del Santuario de Covadonga, el Museo de las anclas en Salinas, las playas de Rodiles o de San Lorenzo en Gijón, la elegante Oviedo y sus monumentos románicos, pueblos costeros como Cudillero o Luanca, el paso de los dinosaurios en el MUJA y la playa de La Griega en Colunga, etc. etc.
Y terminadas las vacaciones, nos dispusimos a desandar el camino. En una sóla etapa, por supuesto. ¡ Que uno no aprende !
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