Una vez desveladas las nuevas 7 maravillas del mundo, parece que es momento de hacer más rentable el "negocio".
Me refiero específicamente al caso de la zona arqueológica de Chichen-Itzá, en Yucatán, México, que forma parte del septeto votado hace pocos días.
Me entero por un diario mexicano que las tierras donde se encuentra este sitio arqueológico, y también los de Uxmal y Cozumel, pertenecen a los herederos de un señor llamado Fernando Barbachano Gómez-Rul.
"Oficialmente, el Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales considera que la tierra sobre la que se encuentra la zona arqueológica de Chichén Itzá, correspondiente al pueblo de Pisté, en el municipio de Tinum, Yucatán, no representa un valor catastral mayor que los 8 millones de pesos." Este valor (unos 540.000 euros) es el que el gobierno mexicano está dispuesto a pagar para que los descendientes cedan sus derechos sobre la zona. Parece ser que la familia del difunto, casi muere de risa al escuchar la oferta. Y sus abogados hicieron llegar sus aspiraciones económicas basadas en un "peritaje internacional": 750 millones de pesos mexicanos (unos 51 millones de euros). Y éso, claro, antes de estar dentro de las 7 maravillas del mundo.
La cosa está difícil. Por un lado las autoridades mexicanas (ministerios, corte suprema, gobiernos centrales y locales, etc.) en pugnas políticas que nunca falta.
Por otro lado los descendientes del Señor Barbachano que creen que los bienes culturales se valuán de acuerdo a un plan de marketing y que se pueden "vender" al mejor postor. De hecho, ya han negociado el uso de la zona arqueológica de la isla de Cozumel con el magnate Donald Trump para la construcción de un mega complejo turístico.
Se me ocurren algunas preguntas:
¿Dónde quedarán las ilusiones de impulsar el desarrollo del conocimiento de la cultura maya, a partir del espaldarazo de ser nombrada Chichen-Iztá entre las famosas 7M?
¿Cómo se maneja el mercado de bienes culturales como éste?
La cuestión del bien general frente al bien particular. Y, como siempre, de los intereses políticos y económicos que siempre hacen acto de presencia.
Vía | Diario de Yucatán