Algun@s abrimos la maleta y vamos poniendo en ella lo mínimo pensando en no pasarnos del peso permitido para no regalarles a las compañías aéreas un euro extra.
Buscamos que los distintos modelitos combinen entre sí, no se arruguen mucho y cubran cualquier necesidad programada (cenas, entrevistas, excursiones, playa, etc.) o imprevista (lluvia, frío y demás).
Reconozco que para el viajero frecuente por trabajo o negocios, el tema de qué llevar puede ser más importante. Pero algunos se lo toman muy, muy en serio.
Acabo de leer un artículo en el New York Times que recoge algunos consejos de los editores de moda que se pasan todo el año de Paris a New York, de Milán a San Francisco, participando de todos los desfiles, "semanas" y pasarelas del mundo. Debido a su propio trabajo resumen en sí mismos el conocimiento de las tendencias y la necesidad de estar siempre perfectos a toda hora, allí donde viajen.
El equipaje del viajero con estilo se sintetizaría (según ellos) en: un traje (gris o azul), dos pares de jeans, camisas blancas de algodón oxford, un par de zapatos oscuros, un par de zapatillas deportivas, una chaqueta tejida (una rebeca), un sweater (jersey) de cuello V, una bufanda ("de cashmere", acotan), un abrigo liviano (obviamente también de cashmere), un impermeable, medias y ropa interior.
Sabemos que el estilo y la elegancia no vienen con lo que compramos, pero las marcas que recomiendan estos "gurús" de la moda tienen unos precios que deberían asegurarnos al menos que, después de pagar un ojo de la cara por un modelo de Jil Sander, Thom Browne, Prada o Dior Homme, el viajero se vería tan bueno como el de la foto (a pesar de los zapatitos de colores).
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