Después de unos días de descanso y viaje por Portugal (ya les contaré), me dispongo a reiniciar mis actividades y nuestro contacto cotidiano a través de Diario del Viajero.
No sé por qué, pero este año estoy totalmente atacada por lo que han dado en llamar el sindrome postvacacional. O sea, que no tengo ganas de hacer nada.
Mis ojos se niegan a abrirse a una hora tan temprana. Mis músculos no responden a las órdenes del tirano cerebro ( trabaja... trabaja... !) Cuando camino por la calle, extraño la arena. Cuando subo en el ascensor, añoro el viento fresco sobre los acantilados. Debo pensar en mi trabajo, y sólo recuerdo el aroma de esa dorada asándose al aire libre.
¡Qué de-pre-sión!
Buscando un poco de la energía que supuestamente iba a ganar durante los días de descanso y que no consigo encontrar en el fondo de mis neuronas adormiladas, acudo a los consejos de nuestros colegas de Vitónica.
Y al leer uno de sus posts dedicados a este tema me digo: "esta gente me conoce". Cuando hablan de "la falta de adaptación a la actividad laboral " deben haberme visto esta mañana resistiéndome con uñas y dientes a sentarme frente al ordenador.
Cuando comentan que algunos síntomas físicos son "fatiga, insomnio o dolores musculares" debieron haber sentido el peso de mis piernas y brazos aferrados como plomos a la sábana al tener que levantarme de la cama.
Supongo que habrán espiado mi último fin de semana de vacaciones, ya que sugieren que los síntomas físicos vienen acompañados de "tristeza e irritabilidad" (o alguien de mi familia les pasó el dato).
Como tan bien me conocen, tendré que seguir sus consejos para superar éste, MI sindrome postvacacional.
Cuidar la dieta, tomar poco café y té, organizar el tiempo y comerse algo que nos dé alegría (chocolate, pan con tomate, un choripan, brownie con helado, unas buenas gambitas, esos postres portugueses con crema pastelera, unos salmonetes a la sal, un panqueque con dulce de leche, etc. etc. etc.)
En fin, que creo que voy a adoptar uno de los principales consejos y voy a hacer una rentrée gradual, para que mis músculos, glándulas, huesos, neuronas y demás, se vayan aclimatando suavemente a la "actividad laboral".
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