Hay lugares en los que parece que el tiempo no pase. No es que el tiempo se haya detenido, sino más bien que el tiempo, a pesar de que transcurre normalmente, no parece afectar a determinados objetos que allí habitan. Como los relojes o las bombillas.
Los relojes se paran con el tiempo (y entonces debemos cambiarle la pila o darle cuerda), y las bombillas se funden a una velocidad tal que nos vienen a la cabeza términos como obsolescencia programada.
No obstante, hay relojes y bombillas que no dejan de funcionar nunca. Incluso superando los cien años de funcionamiento ininterrumpido. A continuación sabréis donde se encuentran los que probablemente sean los más longevos, por si queréis probar que justo cuando estáis allí se paran o se funden.
El reloj perpetuo
Pero ¿cómo funciona este misterioso reloj? Así lo explica Ian Crofton en La historia de la ciencia sin los trozos aburridos:
El mecanismo del reloj está accionado por variaciones de la presión atmosférica y de la temperatura ambiente, que hacen que el aire contenido de una caja hermética se expanda o se contraiga, empujando el diafragma. Una variación diaria de temperatura de 6 ºC es suficiente para elevar un peso de 0,55 kg a una altura de 2,5 cm, lo que hace que el reloj siga funcionando.
La bombilla que nunca se funde
Desde el año 1901, esta bombilla que se encuentra en la ciudad estadounidense de Livermore, en el estado de California, concretamente a su estación de bomberos, está funcionando como el primer día. Nunca se ha apagado. Bueno, sólo unas unas pocas veces: cuando cortaban la luz en la localidad y en el año 1976, cuando la estación de bomberos fue trasladada a un nuevo edificio.
La longevidad de esta bombilla histórica fue reconocida por el ‘Libro Guiness de los Récords’. Además consume tan solo 4 vatios. En este sitio de internet podréis ver una foto de la bombilla que se actualiza cada 10 segundos.
Debora Katz, físico de la Academia Naval de Estados Unidos, ha analizado el secreto de la bombilla que nunca se apaga:
Se diferencia de dos formas de una bombilla incandescente contemporánea. En primer lugar, su filamento es unas ocho veces más grueso que el de una bombilla actual. Y en segundo lugar, ese filamento, posiblemente hecho de carbono, es semiconductor. Cuando un conductor se calienta mucho, su capacidad para conducir la electricidad deja de funcionar. Sin embargo, a medida que la bombilla de Shelby se va calentando, se va convirtiendo en un conductor cada vez mejor.
El turismo de bombillas debe de tener su gracia, porque a la bombilla de Livermore le han salido competidores. Como la de Forth Worth, en Texas, que actualmente luce en el Museo Stockyards de esa localidad y que fue instalada en septiembre de 1908. O la que luce desde 1912 en la tienda de suministros Gasnick, en Nueva York. O la que lleva encendida desde 1926 en otro cuartel de bomberos, el de la ciudad de Mangum, en Oklahoma.