En mi primer viaje a Suiza, concretamente a Ginebra, pude tener en la mano los primeros francos suizos que veía en mi vida. Y, poco después, me enteré de que esta moneda es la más difícil de falsificar, entre otras cosas.
Suiza, tan próxima y sin embargo tan diferente. Aquí se dan 3 besos como saludo en vez de 2. A diferencia de otros países, aquí no está prohibido pisar el césped (supongo que la razón es que el césped abunda, y lo difícil es no pisarlo cada vez que das un paso). El número de la matrícula de los coches corresponde a una persona, no al coche. Es decir, que si os cambiáis el coche en Suiza, el nuevo coche conserva la matrícula. Toda la vida. Ah, y la televisión es siempre de pago.
Y, sobre todo, los suizos tienen una particular relación con el dinero (con el suyo y con el de otros): se muestran generosos con la entrada de capital extranjero, que se almacena con un celo y una reserva que la mayoría de bancos del mundo no proporciona (los banqueros tienen prohibido facilitar la identidad de un cliente o el estado de su cuenta). Sí, Bárcenas no es tonto.
A finales de 2009, Suiza de nuevo sorprendió a toda Europa con los resultados islamofóbicos del referendo que se celebró a propósito de la prohibición de la construcción de minaretes (esas torres altas y cilíndricas que indican la existencia de una mezquita).
Los musulmanes suizos son una minoría (un 3 % de la población), y la mayoría de ellos proceden de las antiguas repúblicas balcánicas de esa religión. En Suiza, pues, reina una mayoría católica y protestante. Y hay que recordar que 110 miembros de la famosa Guardia Suiza son el ejército de la Ciudad del Vaticano. Irónicamente, los bancos suizos albergan grandes fortunas islámicas. Porque el dinero, por encima de todo, es importante para los suizos. Incluso por encima de las religiones.
Dinero seguro
Cointrin es el segundo aeropuerto más grande del país. Bajamos hasta el ferrocarril y enseguida tomamos el tren que sale del mismo aeropuerto dirección Ginebra con puntualidad suiza, valga la obviedad. Antes, sin embargo, tuvimos que pelearnos un poco con la máquina expendedora de billetes de tren, que, aunque aceptaba euros y no sólo francos suizos, no mostraba demasiada claridad expositiva referente a las zonas, tarifas y demás detalles.
Tras sortear como pudimos aquella jerigonza, obtuvimos nuestros billetes al precio de 3 francos suizos cada uno (aunque nunca estuvimos seguros de si era la clase de billete correcto), y recibimos el cambio en francos suizos. Eran los primeros francos suizos que nos metíamos en el bolsillo. Unas moneda muy fea y anticuada, por cierto.
El franco suizo (CHF) no es sólo la moneda de curso legal en Suiza sino también en Lieschtenstein. Actualmente, circulan monedas de 10, 20 y 50 céntimos, así como de 1, 2 y 5 francos. Aunque también existen monedas conmemorativas, totalmente válidas en las transacciones comerciales, de 100 y hasta 200 francos. Los billetes van de los 10 francos hasta los 1.000 francos, y muestran en el anverso la imagen de una personalidad artística relevante del país, y en el reverso, una de sus obras más destacadas:
• 10 francos: color amarillo. Imagen del arquitecto Le Corbusier. • 20 francos: rojo. El compositor Arthur Honegger. • 50 francos: verde. Artista plástica Sophie Taeuber-Arp. • 100 francos: azul. Escultor Alberto Giacometti. • 200 francos: marrón. Escritor Charles Ferdinand Ramuz. • 1.000 francos: violeta. Historiador del arte Jacob Burckhardt.
Fotos | Wikipedia En Diario del Viajero | Cosas que no sabías sobre Ginebra o lo que opinaba Borges al respecto