Una cosa son los viajes inesperados, aquellos que surgen casi sin preverlos, cuando nos llega una buena oferta, una última hora, cuando nos perdemos por los buscadores sin demasiados requisitos y aparece ese viaje para realizar próximamente. Pero, los más previsores, ¿comprarían o reservarían el viaje con un año de antelación?
La pregunta me surge al recibir recientemente en mi correo electrónico el anuncio de una compañía aérea. Algo así como “Aprovecha la gran oportunidad. Es el momento de reservar tus vuelos para la temporada de invierno 2011-2012”. A lo que yo pensé, ¡pero si yo casi ni he salido de 2010!
Lo cierto es que en mi opinión, a un año vista es arriesgado comprar los billetes o pagar un hotel o reservar (con el consiguiente desembolso) cualquier viaje. Que probablemente estemos como ahora, pero me vienen a la cabeza mil cambios de situación, mil imprevistos que impidan en el futuro realizar el viaje.
Vamos, que no me atrevo a coger lo que probablemente sean mejores precios si el viaje es con tanta antelación.
Y eso que, como es evidente, el imprevisto puede surgirme justo el día anterior de viajar, incluso cuando la antelación ha sido mínima. Pero vamos, que me parece que son muchas más papeletas de que algo suceda para echar atrás el viaje si hay 365 días de por medio (¿pesimista o realista que es una?).
De hecho, a la hora de mirar viajes para este verano también tengo reparos en decidirme, y parece que retraso el momento para que pasen los meses (lo cual, por cierto, no siempre supone que tengan que subir los precios).
Vosotros, ¿sois tan previsores (y atrevidos) como para reservar y pagar un viaje con un año de antelación? ¿Alguna vez lo habéis hecho de ese modo? No sé si habrá muchos aventureros “a largo plazo” o más bien sois de los de última hora…
Foto | Robbert van der Steeg en Flickr-CC
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