El fin de los vuelos low cost se anuncia desde hace tiempo. La subida de los carburantes y la inflación han llevado a incrementar los precios hasta a Ryanair, que calcula que sus tarifas podrían aumentar este verano entre un 10 y un 15 %. Sin embargo, la escalada mayor todavía está por llegar, y lo hará de la mano de las nuevas medidas para conseguir la neutralidad climática en 2050.
Como cuentan en Bloomberg, el reto de la descarbonización va a disparar los gastos de las aerolíneas, así que ya podemos imaginar en quién repercutirán. Un cambio dividido por etapas, que todavía no tenemos claro si conseguirá sus objetivos.
Los derechos de emisión gratuitos se acaban
Las medidas legislativas adoptadas por la Comisión Europea, comienzan con el fin de la gratuidad de los derechos de emisión de dióxido de carbono. Unos permisos que las compañías aéreas deben presentar para cubrir las toneladas de CO2 que liberan en la atmósfera, y que se estaban concediendo, en gran parte, sin cargos.
El reglamento tiene previsto eliminar estos derechos gratuitos en 2026. Aunque primero los rebajará en un 25 % en 2024 y en un 50 % en 2025.
A4E, la Asociación de Aerolíneas por Europa, lamenta que esta medida se aplique cuando las soluciones de descarbonización todavía no son viables. Los costes de producción y suministro de los biocombustibles siguen siendo muy elevados y representan solo el 0,1% de todo el combustible empleado.
Por si fuera poco, el precio de los derechos de emisión de CO2 por tonelada en Europa casi se ha cuadruplicado respecto a la media de 2019, superando los 100 € el pasado mes de febrero por primera vez. Y todo apunta a que seguirá creciendo.
Cero emisiones para 2050, ¿misión imposible?
En las próximas tres décadas, las aerolíneas tienen que convertirse en industrias de cero emisiones netas. Partiendo de que, hoy en día, son las responsables del 2,5 % aprox. de la contaminación mundial.
Para ello tendrán que tomar varias medidas:
- Renovar las flotas con aviones más eficientes.
- Invertir en tecnologías de eliminación de carbono.
- Pasarse al combustible de aviación sostenible, también llamado SAF (Sustainable Aviation Fuel) que, como ya hemos comentado, es insuficiente y carísimo.
Los grupos de investigación SEO Amsterdam Economics y el Centro Aeroespacial Real de los Países Bajos han estimado en un informe que aplicarlas antes de 2050 valdrá unos 820.000 millones de euros.
En el supuesto de que todo esto sirva para algo, porque, tal como publican en otro artículo de Bloomberg, varias de las compañías que afirman estar trabajando por una aviación sostenible, en realidad no están haciendo nada significativo. Solo tratan de conseguir una imagen “verde”.
Cómo será de falsa, que incluso el regulador de publicidad de Reino Unido ha prohibido este tipo de propaganda, en los casos de Etihad Airways, Lufthansa y Ryanair, por no ajustarse a la realidad.
Viajar menos y mejor
Hoy por hoy, el único modo que tenemos de reducir las emisiones es disminuir el número de vuelos. Algo que podemos hacer de manera voluntaria o que, por lo que parece, nos veremos obligados a cumplir, cuando se incrementen los precios.
Llegados a este punto me voy a permitir una batallita, en forma de reflexión. Recuerdo cómo era volar antes de que existieran las compañías low cost, y tampoco me parece algo tan negativo. Hacía menos viajes al año, pero también eran más ilusionantes.
Había que seleccionarlos bien, eso sí, y ahorrar un poco cada vez. Cosa que, por supuesto, no tendrán que experimentar las personas con un alto poder adquisitivo, aunque tal vez a ellos también les toque pagar parte del pato. La posibilidad de que se limiten o prohíban los vuelos privados cobra cada vez más fuerza.
En cualquier caso, si nos comparamos con millonarios siempre vamos a salir perdiendo, así que es un ejercicio mental que no vale mucho la pena hacer. Además, los trenes de alta velocidad no paran de incorporar nuevas rutas y cada día ofrecen billetes más asequibles, en España y en el resto de Europa. ¡Tenemos muchas alternativas!
Puede que se acabe con la democratización de los vuelos, si es que realmente existió alguna vez, pero seguro que, de una forma u otra, seguiremos viajando. Quién sabe, quizá hasta viajemos mejor.
Portada | Max Bender - Unsplash