Frente a la enorme estación de trenes de Shibuya, en Tokio, hay una pieza que llama la atención: la estatua del perro del profesor.
Si hace poquito hablábamos de la escultura pública más pequeña de Estocolmo, hoy nos toca hablar de otra que también llama la atención.
Es una estatua de bronce, de tamaño natural, de un perro. A pesar de ser una pequeña figura comparada con los enormes letreros de neon que la rodean, no es difícil de encontrar. Ha sido elegida como punto de encuentro desde hace tiempo, por lo que siempre la encontrarás rodeada de gente esperando a gente.
Y ¿por qué este perro se merece una estatua?
Hachiko, un perro de la raza Akita, nació en 1923 y fue llevado a Tokio en 1924. Su dueño, el Profesor Eisaburo Uyeno y él formaban una pareja inseparable. Cada día Hachiko acompañaba al profesor a la estación Shibuya para que éste fuera a su trabajo en la Universidad Imperial. A su regreso, Hachiko estaba allí esperándole, cada día.
Un día de 1925, el profesor repentinamente muere mientras trabajaba. Hachiko, sin embargo, fiel a su costumbre, esperó allí todo el día… y el siguiente. Y así volvió cada día esperando el regreso de su amo. La gente del lugar, los pasajeros que pasaban a diario por Shibuya comenzaron a familiarizarse con su figura: sentado, expectante y mirando a los que llegaban, esperando.
Cuidaron de él, le dieron comida y agua, encontraron un rincón en la estación donde pudiera dormir. Hachiko se ganó su estatua en vida: fue colocada en el sitio donde se paraba cada dia. Y allí siguió esperando, junto a su estatua, un año más, hasta que murió en 1935. Allí mismo, en el lugar donde se había despedido de su amo, 10 años atrás.
En el vídeo del inicio hacemos una visita a los alrededores de la Estación Shibuya buscando la estatua de Hachiko hasta encontrarla. Y me surge una pregunta: ¿es que sólo venden paraguas de colores lisos en Tokio? Mira el vídeo y sabrás por qué lo pregunto.
Video | Youtube
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