La ceremonia de entrega de limosnas de Luang Prabang

La ceremonia de entrega de limosnas de Luang Prabang
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Sin duda, la ceremonia de entrega de limosnas es el espectáculo más sobrecogedor al que el viajero puede asistir en su paso por Luang Prabang, en el norte de Laos.

Ya la antigua capital del “Reino del Millón de Elefantes” es un espectáculo en sí misma, un auténtico museo al aire libre, un pequeño y acogedor pueblo que, a pesar de haber sufrido las transformaciones propias derivadas del turismo, no ha perdido su encanto original y continúa siendo uno de los lugares más especiales del sudeste asiático.

No obstante, el mayor tesoro de Luang Prabang no reside en sus templos o palacios, sino en una tradición que hunde sus raíces en la filosofía del budismo. Se trata de la ceremonia de entrega de limosnas, y tiene lugar al amanecer, cuando los monjes terminan de recitar sus oraciones y salen a recorrer la ciudad en busca de ofrendas para alimentarse.

La escena no puede ser más mística: cuando aún no pueden vislumbrarse los primeros rayos del sol, los habitantes del pueblo ya aguardan arrodillados en las aceras, con su cesto de arroz glutinoso preparado para realizar su ofrenda. Por supuesto, tampoco faltan a la cita aquellos que quieren hacer negocio a costa de los turistas, y venden arroz y otros pequeños alimentos para que los visitantes se sumen a la ceremonia.

Entonces, sin previo aviso, los monjes hacen aparición. Y no son diez, ni veinte, sino cientos. Cientos de monjes que, en perfectas filas y con su cesto en la mano, aparecen tras todas las esquinas y pasan por delante de los lugareños y curiosos para recoger su pedacito de arroz. Se trata de una escena imperdible, demasiado especial para ser descrita con palabras, y que es necesario ver por uno mismo para apreciarla en toda su magnitud.

No obstante, si queréis asistir a ella, deberéis madrugar mucho: ya he dicho que la ceremonia tiene lugar al amanecer, ni más ni menos que a las cinco y media de la mañana, y si no os dais prisa, no llegaréis a tiempo. En pocos minutos, los monjes, a pasos pequeños pero veloces, habrán desaparecido, dejando tras de sí una estela de espiritualidad que casi puede palparse en el aire.

Foto | Kuba en Flickr
En Diario del Viajero | La cascada de Tat Kuang Si, en Laos, Buddha Park, Vientiane

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