Una de las cosas que más sorprenden al viajar por India, Bangladesh y otros países del sudeste asiático como Myanmar, es la costumbre de masticar la hoja de betel, o tal y como es conocido popularmente: el paan.
La primera sorpresa llega nada más poner un pie en la calle y comprobar que el suelo, y en muchos casos también las paredes, están salpicados de manchas rojas. La confirmación se da cuando al dirigirte a cualquier persona recibes como primera respuesta una amplia sonrisa de dientes rojos y negruzcos.
Y tendrás suerte de obtener algo más sin ganar algún escupitajo en el intento, ya que los hombres, especialmente en India, son capaces de llevar el paan todo el día en el carrillo, masticándolo, chupándolo y rumiándolo hasta no dejar una gota de sabor, escupirlo todo y llevarse otro a la boca.
Pero, ¿qué tiene esta planta que la hace tan adictiva? A la planta del betel se le conocen propiedades digestivas y para refrescar el aliento. No en vano, en India existe la cultura de lavarse los dientes sólo una vez por día, y por eso nada mejor que un buen paan para finalizar la comida y quedar como nuevo.
Pero no es esto lo que lo ha hecho tan famoso: el betel tiene también grandes propiedades narcóticas y estimulantes, y por si esto fuera poco, es extremadamente adictivo. Desgraciadamente, consumido en exceso pudre la raíz del diente, dando como resultado esas pintorescas dentaduras que tanto llaman nuestra atención en estos países.
Los efectos negativos no terminan ahí: a la larga, el consumo de betel produce cánceres en la boca, y se ha comprobado que una dosis excesiva puede provocar la muerte por parálisis cardíaca y respiratoria.
No obstante, nada de esto sirve para frenar su consumo en una sociedad donde el betel es ya una parte fundamental de su cultura, y la técnica de hacer un buen paan es considerada todo un arte.
Porque no vayáis a pensar que la hoja de paan se mete directamente a la boca. Existen expertos, conocidos como paanwala, que se dedican exclusivamente a vender paan en sus puestitos.
De este modo, la hoja de paan se rellena con tabaco, nuez de betel, diferentes especias e incluso frutas y azúcar, existiendo así variedades dulces para satisfacer a los paladares más exquisitos.
Este dato es interesante en el caso de que seamos invitados a comer a alguna casa, ya que el betel es servido como muestra de hospitalidad hacia el huésped al final de la comida. Y no debemos rechazarlo, a riesgo de quedar como unos maleducados: si os lo ofrecen, pedid la variedad dulce. A menos, por supuesto, que ya lo hayáis probado y os agrade su fuerte sabor, ¡sobre gustos no hay nada escrito!
Imagen | Carmen En Diario del Viajero | Los shadus de India y Nepal, Varanasi: un shock cultural