No, no estuve en Londres. Ni siquiera en el parque temático de Harry Potter. Una de las tiendas más espectaculares y rutilantes de artículos inspirados en el universo de Harry Potter me la encontré al sur de California, concretamente en la populosa Los Ángeles. Su nombre: Whimsic Alley, situada en el 5464 de Wilshire Boulevard. Yo, que ni siquiera soy un mega fan de Harry Potter, aluciné.
La tienda, desde afuera, no parece gran cosa, pero nada más trasponer la entrada creeréis que estáis en pleno callejón Diagón, porque Whimsic Alley no sólo es una tienda, sino también un escenario donde se recrea la estética de las películas de Harry Potter. La iluminación es tenue, hay velas tartaleando por doquier, los dependientes están vestidos de profesores de magia.
Atravesamos el umbral de la puerta. Apnea total. Sobrecogimiento reverencial. Y de repente te ves asaltado por tal cantidad de imágenes que evocan las aventuras del joven mago que te sientes como Proust deglutiendo una magdalena. O media docena. Los dependientes de la tiendas apenas prestaron atención a nuestras caras, los descuelgues de mandíbula, los ojos como platos, los aspavientos y los "ohhhh", acostumbrados ya a otros casos, supongo, y sencillamente nos transmitieron ese tipo de comprensión tranquila y carente de elementos enjuiciadores de quienes ya lo han visto todo.
Lo más divertido de la tienda es que todo está tan customizado que de repente parece que estés en otra calle, y todos los letreros que se refieren al visitante (incluso los de aviso en los servicios)
te abordan como si fueras un mago o hacen alusión de forma más o menos cómica a elementos típicos de las novelas de Harry Potter. Por ejemplo, cuando llegué los baños para mujeres estaban en obras, y en el letrerito que lo indicaba ponía algo así como que un dragón se había comido el retrete y estaban cambiándolo. Y no os perdáis el cuarto de baño decorado temáticamente, con el Pensadero de Dumbledore incluido.
Lo más original de todo posiblemente sea la sección de ropa. Imagínate poder adquirir toda la ropa, la de todos los personajes de la película, para tu vida diaria o para disfrazarte (aunque los precios, todo hay que decirlo, son un poco prohibitivos). Como ir vestido de mago por la calle seguramente te puede condenar al ludribrio generalizado,
tal vez no estaría mal hacerse con alguna parte del uniforme de los estudiantes de Hogwarts, como el suéter, la corbata o la bufanda. Pero si tenéis la intención de vestiros de arriba a abajo con toda la ropa de un personaje, aquí lo encontraréis.
El patrón rítmico de nuestros pasos semejaba el vuelo de las mariposas, un poco allí, otro poco allá, otro ratito por acullá,
siempre absorbiéndolo todo por los ojos como si libáramos polen. En alguna ocasión, incluso, se nos proyectaron los ojos de esa forma tan elástica de los dibujos animados de
Tex Avery (o como la proboscide de una mosca, continuando con la analogía entomológica). Las emociones viajaban por nuestros rostros como las nubes a través de un cielo turbulento.
¡Había de todo!
Hay sección de chucherías. Una zona muy exclusiva, casi como un aparte de joyería, donde venden a precio de oro varitas, colgantes y otros adminículos en plata y oro. Hay toda una sección enorme de libros y revistas de Harry Potter o de magia en general. Otra sección de adornos, letreros para la pared, pósters, mapas, cajas, maletas.
Y cuando parece que no puede haber más, entonces te topas con otro largo pasillo que te conduce a un gigantesco salón que imita en todos los detalles al refrectorio donde todos los estudiantes de Hogwarts comen y cenan.
El salón se puede reservar para banquetes, bodas, cumpleaños, fiestas de disfraces, lo que se quiera.
La tienda también es un punto de reunión de fans para llevar a cabo toda clase de actividades. Como la
Warthogs Academy: campamentos de verano donde los aspirantes a magos y brujas confeccionan escobas, juegan a Quidditch, y aprender a elaborar hechizos, pociones y el manejo de las criaturas mágicas.
Sin duda es
el lugar donde más cosas diferentes de Harry Potter he visto. Supongo que la razón estriba en que, además de los artículos oficiales, también se vendían muchas cosas que no lo eran, meras copias realizadas por piratas, aficionados como los que pululan por
Etsy, y demás.
Fotos / Sergio Parra
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