Durante una visita a Chichen-Itzá, el ánimo viajero se enfrenta a una de las estructuras mas impresionantes que ha construido el hombre jamás. En el corazón de la Península de Yucatán, este monumental complejo te acerca a las creencias y organización político-social de uno de los pueblos mesoamericanos. Pero ¿Qué significa Chiche-Itzá?
Si bien se conoce casi con exactitud la fecha de la construcción de este complejo (en el siglo VI d.C.) los orígenes de su nombre han dado lugar a muchos estudios lingüísticos e históricos.
Su nombre se puede traducir como Boca del pozo de los Itzáes. Estos eran un pueblo que llegó a la península desde las costas orientales y a su paso hacia el Golfo de México fundaron la que sería su capital para luego hacer lo mismo con otros centros como : Izamal, T’Hó (hoy Mérida), Motul o Champotón. Los itzáes o chanes vivieron en Chichén Itzá del 525 al 692 d.C.
El nombre podría derivarse de un gran cenote o pozo natural que suministraba agua dulce y que sirvió de ancla para asentarse allí, en una zona donde no hay ríos.
Entre los siglos VII y IX d.C. Chichén se convirtió en uno de los más importantes centros políticos de las tierras bajas del Mayab. Para el principio del posclásico (desde el año 900 hasta el 1500), la ciudad se había consolidado como principal centro de poder en la península yucateca. (Wikipedia)
El pueblo de los itzáes vivió la influencia de los toltecas, imperio poderoso de su tiempo, al adoptar al dios Quetzalcoatl transformándolo en el todopoderoso Kukulkán, a quien dedicaron la Gran Pirámide de Chiche-Itzá, que junto con El Castillo y el Templo de los Guerreros, constituyen el corazón del complejo.
Chichén-Itzá es Patrimonio de la Humanidad desde 1988.
Leyendo por allí me entero de un detalle histórico de esos que suelen perderse entre los folios de las crónicas mas antiguas, pero que vale la pena rescatar: parece ser que los itzáes fueron desplazados hacia el siglo X y vivieron un largo peregrinaje por distintos rincones de Yucatán para luego establecerse en Petén, hoy Guatemala.
Hasta allí llegó también la mano de Hernán Cortés y sus fuerzas, a las que temían hasta el extremo. En una oportunidad, hacia el 1525, durante una “visita” del hombre blanco quedó un caballo moribundo en terreno de los itzáes a su cuidado. El animal murió a pesar de los cuidados. Ante el temor de las represalias contra su pueblo por la muerte del caballo, los iztáes construyeron una copia en madera del caballo.
Casi un siglo después, en 1618 los franciscanos llegaron al Petén guatemalteco para evangelizar a los itzáes y encontraron que adoraban a un caballo de madera.
Finalmente, los itzáes fueron conquistados por las tropas de Martín de Ursúa en el año 1697.
Fotos | Maty Symmons, Holbox
En Diario del Viajero | El jade para los pueblos mesoamericanos