La Avenida Atlántica se ha convertido en un punto de encuentro, en un sitio referente tanto para el residente como para el visitante. El paseo recorre los 4 kilómetros de la mundialmente famosa playa de Copacabana y sus aceras de diseño ondulado acompañan la curva de la bahía.
Cada domingo, la Avenida Atlántica se cierra al tránsito vehicular a partir de las 8 de la mañana y hasta las 18 horas. Es entonces cuando el vértigo de coches y autobuses desaparece y salen a vivir la avenida las familias con bicicletas, patines y skates. Este barrio se llamaba originalmente Sacopenapa haciendo referencia a un ave local (el socó. A medidos del siglo XVIII se construye una capilla dedicada a la patrona de Bolivia, la Virgen de Copacabana, y a partir de entonces, su nombre se hace sinónimo de su playa.
La playa de Copacabana es el sitio de encuentro obligado de los cariocas. Antes y después del trabajo, en los descansos, para encontrarse con amigos, para disfrutar del mar, para hacer ejercicios de gimnasia, fútbol o capoeira. La vida bulle en la arena y las aceras de Copacabana todo el día, y todos los días.
El diseño de su pavimento simula el movimiento del mar. Fue inaugurado en 1970 siguiendo un diseño del artista local Roberto Burle Marx inspirado en la tradición de mosaicos portugueses pero en blanco y negro. Recorriendo la playa podremos ver una atracción relativamente nueva en Rio de Janeiro: las esculturas hechas en arena. Verdaderas obras de arte: palacios, iglesias, figuras humanas, selvas y animales reproducidos en arena y conservados para su exhibición durante todo el año.
El paseo de la Avenida Atlántica en Rio de Janeiro se extiende desde la Avenida Princesa Isabel (a la altura del “Posto Dois”) y hasta el llamado “Posto Seis”, el puesto de guardavidas, a lo largo de 4 kilómetros. Al final de su recorrido encontramos el Fuerte Copacabana (1910) y la pequeña playa de Arpoador, elegida por los surferos, para inicar allí la playa de Ipanema.
Foto | Luiz Rocha.
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