Como os explicaba en la anterior entrega de este artículo, mi primer contacto con la Ruta66 tuvo lugar en el pueblecito de Williams, el típico pueblo del oeste, con casas de madera, ambiente entrañable y hasta habitantes con sombrero de Cowboy.
Eso sí, no esperéis pureza y virginidad: Williams subsiste principalmente gracias al interés turístico por la Ruta66, y casi todas sus tiendas venden recuerdos de la mítica carretera. En algunos momentos, de hecho, no parece que estés en un pueblo real, sino en una suerte de parque temático. Pero la sensación es lo suficientemente sutil, y el lugar es lo suficientemente bonito, como para que sigas disfrutando de la experiencia.
Para desayunar, nada como hacerlo en el Twisters 50’s Soda Fountain, donde tienen Coca-Cola de todos los sabores y la célebre cerveza de la Ruta66, que a mi parecer, seamos sinceros, es repugnante, casi como jarabe para la tos. Pero hay gustos para todo, oye. Las señas: 417 East Route66.
Si tenéis tiempo antes de empezar la ruta, cerca de aquí, próximo a Tucson, está el Biosphere 2, en el 32540 de la S. Biosphere Road, en Oracle, Arizona. Un experimento que está considerado como el mejor de todo 1993 según la revista Time. Por eso, supongo, entrar cuesta la nada despreciable cifra de 20 dólares. Biosfera 2 es una cúpula donde se intentó aislar a un grupo de personas del mundo, donde disponían de su propios cultivos, su lago y, en resumidas cuentas, todo lo indispensable en un mundo diminuto.
El experimento fue un completo fracaso, pero ahora podemos descubrir cómo era ese pequeño mundo autosuficiente por nosotros mismos.
La próxima parada era otro pueblo, Kingman, donde teníamos apuntado uno de los restaurantes (o diner) más especiales de la Ruta66, además de otras sorpresas que os desvelaré en la próxima entrega de esta serie de artículos sobre la Ruta66.
Fotos | Sergio Parra En Diario del Viajero | La carretera de Lincoln: la antigua ruta que atraviesa EEUU | Motel Wigwam: dormir en una tienda india