Imaginad un lago de mil colores, sin necesidad de que crucéis el espejo de Alicia en el País de las Maravillas u os alojéis bajo la lengua un secante impregnado con 200 microgramos de ácido lisérgico. No os hablo de esos charcos de agua que hay en las calles que lucen tornasolados de resultas del aceite que desprenden los coches. Me refiero a un lago gigantesco, un puchero enorme en el que se cocina una sopa multicolor que podría servirle a un pintor impresionista para mojar sus pinceles.
El lago existe, y se encuentra en en el Parque Nacional de los Glaciares, en Montana (Estados Unidos). Su nombre es Lago McDonald. El lago tiene 16 km de largo, 1,6 km de ancho y 130 metros de profundidad.
El lago está rodeado por un denso bosque de coníferas dominado por varias especies de abetos, y entre sus sombras se esconden osos grizzly. El entorno natural es mágico. Como ajeno al mundo. Pero también está preparado para los viajeros que quieran llegar hasta allí: en la sección más occidental del lago hay un centro de visitantes del Servicio de Parques Nacionales, que ofrece facilidades de alojamiento, así como lanchas fuera borda disponibles para alquilar.
Lago McDonald. El lago cuyo fondo repleto de piedras preciosas me recuerda a este colorido fragmento de Oscar Wilde en El retrato de Dorian Grey:
Muchas veces pasaba los días clasificando y volviendo a clasificar en sus estuches las diferentes piedras que había coleccionado, tales como el crisoberilo verde olivo que se vuelve rojo a la luz de una lámpara, la comofona con sus líneas plateadas, el peridoto color pistacho, los topacios rosados y amarillentos, los rubíes de color escarlata con sus trémulas estrellas de cuatro puntas, las piedras de canela de un color rojo llameante, las espinelas naranjas y violetas y las amatistas con sus capas alternadas de rubí y zafiro.
Vía | Paperblog Foto | Wikipedia En Diario del viajero | Los diez lagos más extraordinarios del mundo