Los vinos latinoamericanos tienen un largo recorrido y una fama internacional ganada a fuerza de cantidad, calidad y condiciones excepcionales de crianza. Sin embargo, hay muchas zonas vitivinícolas menos conocidas en Latinoamérica, que merecen nuestra atención cuando buscamos destinos de enoturismo.
Además de las más conocidas en Chile y Argentina, tenemos algunas zonas en países tan discímiles como Bolivia o Brasil.
Enoturismo en Bolivia
El sur de Bolivia podría ser considerado como una extensión del norte argentino, donde se cultivan variedades y se producen vinos de excepción como el torrontés.
La ciudad boliviana de Tarija se ubica en las estribaciones de los Andes y es el corazón de la zona vitivinícola boliviana. Las uvas crecen a 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar y aquí se producen vinos desde el siglo XVII.
Los mayores productores son las bodegas La Concepción y Kohlberg, aunque se mantiene la costumbre de pequeñas producciones artesanales de vinos de autor o de garage. Las variedades de la zona son las Malbec y la Cabernet Sauvignon y cuentan con premios internacionales. En los valles de Santa Ana y Concepción se encuentran las más importantes bodegas tarijeñas de vinos y singanis.
El singani es la bebida alcohólica boliviana nacional, de la familia del aguardiente de uvas. Se elabora a partir de la destilación de vino de la uva moscatel de Alejandría o Muscat de Alejandría. Es la base sobre la cual se elaboran los cócteles tradicionales bolivianos como el Chuflay, Poncho Negro y el Yungueñito.
Foto | Jesús Cervantes En Diario del Viajero | Enoturismo