Antes de andentrarnos más hacia el sur del continente africano, en el especial "La llamada de África" no podemos dejar de navegar el mayor río de África y el segundo más largo del mundo después del Amazonas. El Nilo nos espera, pero no lo surcaremos en una embarcación cualquiera sino que lo haremos sobre el casco de madera de la tradiconal faluca.
Conseguir billete de tren de la clase más económica en Egipto, en ocasiones, puede llegar a ser desesperante. Por norma general cuando un extranjero va a la estación a comprar un billete para el día siguiente, pregunte lo que pregunte, le dirán: "It’s full!" (está lleno) Y si el viajero contesta: "De acuerdo, ¿para qué día quedan billetes?" El taquillero contestará de nuevo rudamente y con cara de pocos amigos: "It´s full!! It´s full!"
Es en estos casos es cuando uno ha de utilizar su astucia o bien subirse directamente al tren y pagar a posteriori una multa cuando el revisor realice el chequeo rutinario vagón por vagón. Ellos desean que el turista pague más por lo que intentan a toda costa que la clase más económica no sea utilizada por los viajeros extranjeros.
La manera más cómoda y eficiente (sin tener en cuenta el avión) para llegar a Asuán desde el Cairo es el tren. Se puede viajar durante toda la noche y en doce horas exactas llegaremos a la ciudad que da nombre a la famosa presa.
Asuán
Esta ciudad egipcia tiene gran importancia turística por ser trampolín para visitar el Templo de Abu Simbel y por ser el lugar más idóneo para comenzar un crucero por el Nilo. Normalmente los turistas deciden embarcarse en cruceros de cierto lujo para navegar estas aguas. A nosotros hoy nos gustaría mostraros otra alternativa, que una vez más nos permitirá acercarnos y conocer mejor la cultura del pueblo del país que estamos recorriendo.
Así que no tenemos tiempo que peder porque nuestra faluca parte de las orillas de la ciudad de Asuán a las 16:00 hs ...
Las falucas son unas embarcaciones tradicionales egipcias que surcan el Nilo ya sea transportando enseres o personas. El Nilo en la actualidad sólo puede ser navegado en faluca o en un crucero turístico de lujo. Hoy nos embarcamos durante dos días con sus noches, para llegar a el Templo de Edfú y desde allí poder dirigirnos a Luxor.
El Nilo
Visitar Egipto y no surcar las aguas del Nilo es algo que consideramos casi imperdonable. Sin el Nilo Egipto no hubiera sido, ni sería lo que es. En sus orillas abundan los pastos de vacas, los huertos, burros, pueblos de adobe, canteras de piedra… Las orillas del Nilo palpitan de vida y también emergen como fuentes de naturaleza. Palmerales separan, en muchos casos, los márgenes del río de la tierra desértica. Patos, grullas, golondrinas, sobrevuelan sus aguas y habitan entre sus juncos.
Los antiguos egipcios decían que el Nilo nacía del cielo. Y en cierta medida no estaban equivocados. Tras las grandes expediciones del siglo XIX en busca de las fuentes del Nilo, se llegó a la conclusión, muy a pesar del gran explorador Sir Burton, que el río nace en el lago Victoria. Pero aún siendo esto cierto, éste es a su vez alimentado por una fuente de agua que proviene de las denominadas montañas de la luna.
La faluca
La faluca posee un solo mástil que porta una vela normalmente repleta de remaches. En este tipo de embarcaciones suelen viajar entre cuatro y seis personas como máximo. El viento llega a la vela sin obstáculos, recorriendo las arenas del desierto lo que hará que pronto sintamos la inclinación de la embarcación. Nos desplazamos haciendo zigzag para aprovechar las bocanadas del aire.
Viajaremos tumbados en la parte central y más ancha de la gran barca, entre colchones y cojines, atónitos ante el fluir de un río con tanta historia. Algunos se deleitarán con ensoñaciones donde Cleopatra y Marco Antonio paseaban su amor apasionado por estas mismas aguas.
Tras el atardecer el "capitán" buscará una orilla donde varar la embarcación. Sobre una pasarela de madera saltaremos a tierra firme en busca de madera para hacer una hoguera y así protegernos del frío que asola cualquie región desértica del mundo por la noche.
A pocos metros del agua bandadas de patos en formación triangular sobrevuelan nuestras cabezas. Las grullas rozan con su pecho plumeado las aguas del Nilo, formando ondas elípticas fáciles de seguir en la distancia. El crepúsculo da la señal de resguardo para las aves. La quietud tan solo será interrumpida por el ladrido de algún perro o por el murmullo del paso eterno de la corriente del río. En esta calma nos conquistará el sueño y dormiremos entre los sacos y las mantas.
Al segundo día continuaremos con la navegación. Si así lo deseamos, recomiendo solicitar al capitán pasar la noche junto algún poblado de agricultores. De este modo tendremos la oportunidad de conocer el modo de vida de estas gentes que en muchos casos no ha variado con el paso de los siglos. Será fácil sentir que nos hemos transportado a tiempos muy lejanos.
En estos parajes extraviados del "mundo" no existen las manillas de minutos, segundos y horas. El sol y la noche marcan las pautas. Al tercer día, cuando Ra rasgue el ocaso con un destello dorado sobre el horizonte en la lejanía divisaremos el Templo de Kom Ombo, señal que nos indica que hemos terminado nuestra travesía.
Consejo práctico
La mejor manera de conseguir una faluca es dirigirnos directamente a las orillas del río a su paso por Asuán, a lo largo de una especie de paseo marítimo. En muchos casos en nuestros alojamientos nos ofrecerán la navegación en faluca. Lo recomendable es formar un pequeño grupo de cuatro a seis personas para lograr un precio razonable. Por unos cuarenta euros por persona podremos disfrutar de esta experiencia auténtica.
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