Personalmente disfruto mucho deambulando y perdiéndome por lugares que mantienen el sabor más auténtico posible de una cultura, de una región. Hoy nos gustaría realizar una excursión muy particular por los alrededores del Cairo en busca de uno de estos emplazamientos peculiares. Vamos a realizar un paseo por el mercado de Birqash.
Para encontrar el verdadero latir del pueblo egipcio en ocasiones hay que salir de las grandes urbes y de las aglomeraciones. Los alrededores del Cairo son un ejemplo de ello.
A unos cuarenta kilómetros al noroeste del Cairo se encuentra el mercado de camellos más grande de Egipto, el mercado de Birqash. A primera hora de la mañana, cuando el rugir de las calles está a punto de comenzar en la gran ciudad, podemos aprovechar para escaparnos hacia allí atravesando pequeñas comarcas, pueblos dedicados a la agricultura y ganadería, mercaderes y lavanderas se enredadas en sus quehaceres diarios a las orillas del Nilo.
Para llegar hasta las inmediaciones del mercado lo más rápido es subirse a un taxi, previa intensa negociación con el conductor. Si viajáis un grupo de dos, tres o más personas os compensará económicamente teniendo en cuenta que podréis negociar deteneros también en algunos pueblitos pintorescos de la comarca. En cualquier caso existen autobuses que pasan por las cercanías del lugar aunque tienen un horario muy limitado.
Los camellos proceden en su mayoría del oeste de Sudán desde dónde los pastores los llevan en la que se conoce como la “Ruta de los 40 días” hasta Abu Simbel, al sur de Egipto. Los camellos que no son vendidos allí, se envían hacinados en camiones para ser colocados posteriormente en Birqash. Hay camellos de todos los lugares de Egipto e incluso de Somalia. Aquellos que no llegan en buen estado los degollan y aprovechan su carne para venderla a carnicerías.
El lugar, al menos hasta hace un par de años, no era muy transitado por el turismo, por lo que nuestra presencia allí no suele resultar muy común. Pueden pedirnos los que controlan el mercado algo de dinero. En cualquier caso ya depende de como se maneja cada uno en estos menesteres de la negociación mercantil. Los pastores son muy amables y cálidos en el trato.
Podéis preguntarles que precios tienen los camellos que están en venta. Como en cualquier producto hay precios de todo tipo. Regateando se pueden conseguir camellos bien creciditos por unos 500 euros.
Si estáis decididos a llevaros uno tened en cuenta que para saber si el camello es joven, deberemos mirarle los dientes. Me imagino que de este hecho deviene el refrán que dice: "a caballo regalado no le mires los dientes". Si pensamos pagar desde luego los tendremos que mirar con suma atención.
Tras compartir momentos de la cotidianidad de los pastores de camellos, podemos marchamos a sentir el pulso de los puestos ambulantes de algunos de los pueblos que encontramos por el camino antes de llegar a la gran ciudad.
El trato, la atención, los gestos y la disposición de sus gentes de los alrededores de la gran urbe dista mucho de lo experimentado en los lugares más masificados. Incluso las mujeres, sin pudor alguno, nos pedirán que nos fotografiemos con ellas y nos regalarán frutas animosamente. Los niños corren alrededor, los padres nos saludan dándonos la bienvenida sorprendidos por nuestra presencia.
Estoy convencido que esta excursión proporcionará al viajero una visión muy cercana del pueblo egipcio.
Imágenes | Víctor Alonso En Diario del Viajero | Servicios especiales para invidentes en el Museo Egipcio de El Cairo En Diario del Viajero | Museos: El Cairo En Diario del Viajero | Semana Santa 2007: El Cairo