Pensando en vacaciones, la inmensa mayoría de nosotros dibujamos una imagen que se combina con un clima cálido. Nuestro imaginario viajero suele estar lleno de playas, ciudades soleadas, bañadores y sandalias.
Sin embargo, para los que no le temen a las botas y ropa de abrigo, para quienes disfrutan cuando su aliento dibuja nubes de vapor, hay un amplio abanico de opciones que incluye una Naturaleza potente y esquiva en otras temporados o lugares del mundo.
Los viajes del frío son una opción que cada vez gana más adeptos, por ejemplo:
Las
Islas Magdalena (Canadá) han desarrollado sus servicios turísticos basándose en las actividades que pueden desarrollarse en un lugar tan aislado e inóspito como este archipiélago, cercano a Terranova. Entre ellas: practicar kite-ski en la superficie helada de las lagunas, safaris fotográficos para observar a las focas árticas, escalada en hielo, caminatas con raquetas de nieve, pesca (haciendo un hueco en la capa de hielo), campamento de invierno frente al Atlántico Norte y hasta un Carnaval blanco.
La
Antártida es el destino más fuerte en cuanto a su atractivo. Viajar hacia el confin del mundo, el sabor de la aventura en la boca, los paisajes vírgenes, las dificultades del transporte, los escenarios irrepetibles, la convierten en el
number one de los destinos de frío. Allí la temperatura no supera el 0 en todo el año. La forma más usual de llegar a la Antártida es a bordo de los cruceros que ya la han incorporado a su menú de opciones. Los vuelos se realizan desde las ciudades de Ushuaia (Argentina) y Punta Arenas (Chile), pero las condiciones meteorológicas no siempre aseguran que los vuelos puedan realizarse. De todas formas, se ofrecen ya safaris de nieve con algunas experiencias únicas como la caminata sobre placas de hielo a la deriva, observación de fauna autóctona como pingüinos, elefantes marinos, orcas, etc. (no, en la Antártida no hay osos polares) y visitas a estaciones científicas.
El enorme estado de
Alaska se ha convertido en un punto focal de la atención gracias a sus riquezas naturales (
incluyendo el petróleo) y a sus especies autóctonas (
incluyendo a su gobernadora). A partir de Anchorage existen múltiples oportunidades para recorrer. Trenes y caminos hacen accesible algunas experiencias como vivir con un pueblo indio de la tribu Tlingi, excursiones de pesca en ríos helados, espeleología en cavernas de hielo, cruceros hacia el extremo de las Aleutianas, avistaje de ballenas en el Artico y safaris fotográficos buscando el águila real o el oso grizzly, etc.
Con más de 10 millones de kilómetros cuadrados de superficie, el nombre de
Siberia nos evoca inmediatamente las penurias de vivir bajo el límite de lo humanamente soportable. También, nuestro corazón viajero no puede sino desear subirse al menos una vez a algún tramo del famosos tren
Transiberiano que va desde Moscú hasta Vladivostok a lo largo de más de 9.000 kilómetros. Hay, sin embargo, muchas posibilidades de conocer la famosa estepa siberiana y no morir en el intento. Por ejemplo, a bordo de otro tren (menos conocido): el
BAM o Baikal-Amur-Magistrale. Se abre de la ruta del anterior en Irkutsk, viajando hacia el este hasta Sovetskaya Gavan, en la costa del Pacífico Norte (en total 4.200 km). Siberia nos ofrece convivir en un poblado nómada de la etnia Khanty o treparnos a las alturas de los Montes Altai. Aquí los amos son los osos y los lobos, dueños de los más remotos rincones hasta donde también llegan los turistas a pesar de los muchos grados bajo cero.
Más info | Wikitravel: Siberia, Turismo de las Islas Magdalenas, Antártida en Wikipedia
Diario del Viajero | Canadá, Antártida, Alaska y Rusia