Una pareja británica fue encontrada "in fraganti" haciendo el amor en la playa Jumeirah, en Dubai.
Hasta allí, nada que pueda sorprender a cualquiera que conozca lo que sucede en Rio de Janeiro, Ibiza o Benidorm (sólo por citar algunos claros ejemplos de playas "calientes").
Pero los hechos se complican cuando la policía local de Dubai los arresta bajo cargos bastantes gordos por aquellos lugares.
Hay que saber que la pareja no estaba casada legalmente. No lo digo por puritana, nada de éso. Sino porque este pequeño detalle que ya no asombra a ninguna madre occidental, es de vital importancia para entender las posibles implicaciones y derivaciones legales del polvo playero.
En Dubai, las mujeres que practican sexo fuera del matrimonio son penadas por la ley y repudiadas. Recalco: mujeres y fuera del matrimonio. O sea: no hay problema con que los hombres se acuesten con quien quieran. Las mujeres, no. Pero entonces, ¿con quién se acuestan los hombres cuando deciden hacerlo "fuera del matrimonio? Claro.... pero es que la homosexualidad también está penada.Pero me estoy yendo del tema de la pareja británica.
Por lo visto, esta pareja, en cuyo futuro no planeaba la imagen de familia eterna, sino que eran amigos con derecho a roce y punto, se ha visto "obligada" a casarse a los apurones para evitarle a la chica más cargos.
Es que ambos enfrentan ya acusaciones de "ebriedad", "conducta indecente" y "rebelarse a la policía", y no es cuestión de agregarle más manchas al tigre por un simple papel matrimonial.
Estas conductas "ilegales" no es ni más ni menos que lo que pasa noche a noche en cualquier playa de la costa mediterránea. Pero visto a través del prisma dubaití, todo ésto es ilegal.
Más allá de la anécdota (que será muy difícil de salvar y de olvidar por los protagonistas, amigos y familiares que se quedaron con boda pero sin fiesta), este hecho nos enfrenta a la importancia de saber dónde se está. Quiero decir, que para muchos, viajar es simplemente trasladarse a otro lugar, llevando consigo sus costumbres pero olvidándose de los usos del lugar donde va.
En un mundo tan sensibilizado ante las diferencias, esta actitud de "aquí vengo, yo soy así y hago lo que quiero" puede exacerbar los ánimos y hasta rozar los límites de la legalidad. Y en ese caso, tienen todas las de perder.
Vía | Telegraph (en inglés)