Asociar la imagen de una ciudad a una construcción singular es algo habitual. Estas construcciones que van unidas a la ciudad puden ser muestra de un pasado más o menos reciente. Pero cada vez más las urbes escogen vanguardistas ejemplos arquitectónicos que lleven su imagen a todo el planeta. Entonces se eligen arquitectos de reconocimiento mundial que construyen edificios que pasan a ser icono de la modernidad.
Ganas de mostrar modernidad al resto del mundo es lo que tiene China. Más de cara a los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, que serán un escaparate abierto a audiencias millonarias a lo largo del planeta. Por su parte, prestigio no le falta a Paul Andreu, arquitecto francés que tiene en su haber obras como el arco de La Défense en París o varios aeropuertos internacionales.
Estas dos bases se han unido para crear el impresionante Centro Nacional de Artes Escénicas, un edificio levantado en titanio y cristal como una isla entre el agua. Bajo un techo de agua tendrá que sumergirse el espectador que quiera acceder a una de las 5500 butacas que ofrecen sus 3 salas principales: una ópera, una sala de conciertos y un recinto para obras teatrales.
A mí el nuevo edificio me parece arquitectónicamente espectacular, de una belleza imponente y, salvando las distancias, me recuerda por su forma, la luminosidad que desprende y su entorno acuático al Hemisfèric de Valencia, diseñado por otro de los arquitectos iconos de la modernidad, Santiago Calatrava.
Sin embargo, su forma elipsoidal le ha valido el sobrenombre con resonancia despectiva de "el huevo", y su impronta futurista junto a tres de los lugares sagrados de la capital (el Gran Palacio del Pueblo, la Ciudad Prohibida y la plaza de Tiananmen) ha supuesto innumerables críticas.
En China muchos han visto este Centro de Artes Escénicas un pegote demasiado moderno entre edificios de tanta historia, y además de mano de un extranjero. La polémica se repite ante edificios que desafían a la tradición, aunque con el tiempo se suelen aceptar y pasan a formar parte de la cotidianidad. Al final triunfa una imponente arquitectura que se convertirá en atemporal.
Finalmente esta construcción se sumará a la serie de edificios ligados inevitablemente al nombre de la ciudad en la que se erigen, como la Ópera de Sidney, la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, el First Canadian Place de Toronto, las obras de Frank Gehry...
Vía | El País Más información | Paul Andreu Projects: National Grand Theater of China